Desde que López Obrador asumió la presidencia su plan de gobierno se ha resumido en una idea: “acabar con la corrupción y con la impunidad”. Su premisa parte de que si él es honesto, los demás integrantes de la administración pública lo serán.
“El combate a la corrupción es importante en su discurso, no solo es con el que ganó la presidencia, también es parte de su popularidad”, plantea Francisco Parra, politólogo del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
No obstante, esa campaña se ha visto manchada por situaciones irregulares que han alcanzado a personajes vinculados con López Obrador. En agosto pasado, por ejemplo, se difundió un video en el que, Pío López Obrador, su hermano, aparece recibiendo dinero de David León Romero, entonces colaborador del gobierno de Chiapas y hasta hace unos meses funcionario federal. Los recursos, supuestamente, fueron utilizados para apoyar a Morena en la campaña de 2015.
Aunque López Obrador confirmó que el dinero fue para el partido que él fundó, negó que se tratara de un acto de corrupción, comparando el material con otras grabaciones difundidas días atrás en las que se involucró a políticos de oposición en la trama de corrupción de Odebrecht, por la cual está detenido el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya. Estas últimas grabaciones fueron hasta difundidas en su conferencia de prensa matutina.
El presidente también llamó a una investigación en el caso de su hermano, la cual no ha arrojado hasta el momento que Pío López Obrador haya incurrido en una falta ante la ley, lo cual ha sido cuestionado por la oposición. Sobre ello los especialistas advierten la falta de congruencia entre el discurso y el actuar.