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El peligro de la desconfianza y desencanto

Ante la actual crisis económica, el gobierno de López Obrador debe comprender que la mejor forma para atraer inversiones es generando confianza en sus discursos y acciones.
mié 30 septiembre 2020 06:00 PM
El indicador Pulso 500 de CNNExpansión reveló que las principales fortalezas de Andrés Manuel López Obrador es su nuevo discurso, su cambio de imagen y la creación del movimiento MORENA. (Foto: Alex H.O)
El presidente debe posicionar un discurso conciliador.

Hablar de la gobernabilidad y confianza es preguntarse por el orden de una sociedad, esa es la pregunta básica. Sólo a partir de la evidencia de un orden admitimos la existencia de una comunidad y, en todas partes donde hay comunidad y orden, en todas partes donde observamos organización social, nos encontramos frente a la acción y los resultados de la política.

¿Por qué, en tiempos de globalización triunfa y se expande la democracia liberal, pero al mismo tiempo crece el desencanto, sobre todo ante las promesas incumplidas que algunos políticos al llegar al poder no logran llevarlas a cabo?

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La globalización, que ha contribuido a la extensión de un sistema político más civilizado y previsible, no puede considerarse un proceso puramente negativo, como a veces hacemos los latinoamericanos.

¿Por qué tantos latinoamericanos están dispuestos a seguir modelos políticos que les ofrecen la distribución económica y por tanto la prosperidad y el desarrollo, aunque sea al costo de sacrificar sus libertades políticas, e incluso de arriesgar sus libertades económicas como la libertad de trabajo y de empresa? La respuesta es sencilla: porque, pese a las promesas que habían recibido, no obtuvieron prosperidad y desarrollo de las reformas realizadas durante las décadas anteriores en el continente.

Cuando se habla de gobernabilidad democrática, la cohesión social debe basarse en un sistema político potente y legitimo. Y sólo puede ser potente y legítimo si es representativo, si expresa la diversidad social y si resulta productivo en políticas públicas que equilibren bien el crecimiento de la economía con la apertura de oportunidades y la protección de los más débiles.

Aunque se acepte que la desconfianza política es un fenómeno generalizado, no hay duda de que en América Latina ha crecido en los últimos años de forma mucho más marcada que en Europa o en otras democracias desarrolladas. Esto siempre se puede atribuir a especificidades culturales de la región, o a tradiciones políticas basadas en el caudillismo o el clientelismo.

En México, estamos pasando por una importante crisis de salud y económica que puede llevar al desencanto a muchas personas que están viendo afectado su nivel de bienestar. El gobierno del presidente López Obrador debe comprender que la mejor forma para atraer inversiones es generando confianza en sus discursos y acciones.

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Una de las mejores herramientas que puede tener este gobierno es el saber aprovechar ese poder de comunicación que tiene para dar certidumbre, confianza y sobre todo claridad para que las empresas no sientan temor por invertir en nuestro país.

Debe de comprender que la inestabilidad económica de muchas familias solo se podrá resolver si las empresas crean más y más empleos, el gobierno no puede solo.

La importancia de la confianza política en sistemas democráticos y su medición ha sido un tema recurrido en los últimos años por diversos estudios de opinión pública, los cuales reconocen que generar confianza, ya sea política o interpersonal, conlleva un proceso, pues implica prever las acciones del otro.

Es importante señalar la desconfianza hacia las instituciones y actores políticos se explica por el deficiente desempeño de éstos es relación con las expectativas generadas durante la transición.

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La política en México y América Latina está marcada por largas experiencias de clientelismo y populismo en las que el voto se ofrece a cambio de la expectativa de una ventaja material particularizada: ni la tradición clientelar ni la populista favorecen una visión de la democracia como elección de los mejores al servicio del interés general, y sí en cambio como un ejercicio de intercambio.

El problema surge cuando tras unos años de prosperidad reaparece la crisis y los avances se ven nuevamente en peligro. Si no hay un clima de menos polarización la desconfianza va a seguir aumentando y los únicos que vamos a pagar los costos de los errores de los políticos seremos los ciudadanos.

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Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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