Por un lado está la Guardia Nacional, el proyecto insignia de este gobierno en materia de seguridad pública, que no ha reclutado nuevos elementos. Ni uno. Según la información oficial publicada por Arturo Ángel hace un par de semanas ( https://bit.ly/3bhnKdg ), de los poco más de 90 mil que integran su “estado de fuerza total”, 29% proviene de la extincta Policía Federal, 11% de la Marina y 60% del Ejército. Los únicos propiamente adscritos a la Guardia son los expolicías transferidos a la Secretaría de Seguridad (26,376), el resto son elementos comisionados cuyas plazas pertenecen formalmente a la Secretaría de Marina (10,149) o a la Secretaría de la Defensa (54,101).
Por otro lado está el hecho de que el repertorio de nuevos encargos conferidos a las Fuerzas Armadas en lo que va del sexenio no ha dejado de crecer. Y no nada más en lo relativo a actividades relacionadas con la seguridad pública –por ejemplo, combate al crimen organizado; prevención e investigación de delitos; detenciones y aseguramiento de bienes; atención a víctimas; vigilancia de ductos, caminos, carreteras e instalaciones estratégicas–. También en materia de control migratorio, apoyo a programas sociales, atención de la emergencia sanitaria, así como en todo tipo de “operativos especiales”: desde repartir regalos por el día de Reyes, fertilizantes, libros de texto o combustible, hasta vender cachitos para la rifa del avión presidencial o remover sargazo en playas y costas.
Y por último están los proyectos de carácter “ganancial”, de acuerdo con el término empleado por el general Gustavo Vallejo ( https://youtu.be/bZ_6hSXrfxk ) para referirse a la directiva del presidente de que las réditos que genere el nuevo aeropuerto en la antigua base militar de Santa Lucía sean para la Secretaría de la Defensa. Porque ese no es el único, también están los proyectos de urbanización y comercialización de unos terrenos en Santa Fe, el desarrollo de varios tramos del Tren Maya, la administración de las aduanas, la construcción de las sucursales del Banco de Bienestar, de los cuarteles de la Guardia Nacional, de un Parque Ecológico en Texcoco; en fin, la voluntad de transformar al Ejército no solo en una agencia multiusos para lo que se le ocurra al Comandante Supremo que despacha en Palacio, sino en una empresa que gestiona sus propias utilidades.