¿Qué es esta escena sino la imagen de una declaración de guerra? La violencia en México ha visto horrores tan espantosos como este, pero nunca en ese sitio y de esa manera y contra una persona como García Harfuch. Hay que imaginar, por un momento, el calibre de soberbia criminal, el descaro asesino que supone ordenar a un escuadrón de matones emboscar al jefe de policía de la ciudad más grande de México justo al principio de un día laboral en una zona como esa.
En el teatro de la mafia no hay casualidades. El Cártel Jalisco Nueva Generación quería matar a García Harfuch primero e incendiar su vehículo, con el cuerpo adentro, después. No hay que perder eso de vista: el último objetivo. Que no lo hayan logrado (obra de un milagro, sin duda) no debe distraer de la escena de terror que la organización criminal buscaba esa mañana en la capital.
No se trataba solo de robarle la vida a García Harfuch, acto terrible de por sí. Se trataba, idealmente, de mostrarle a toda la capital de México y al resto toda la furia del grupo criminal más poderoso del país, el que tiene, quizá, el ejército ilícito más grande y poderoso de nuestra historia.