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Adoptar un mexicano

Entre las élites económicas y empresariales se han puesto de moda la idea de que, para terminar con la pobreza, cada quien debe “adoptar un mexicano”. La idea repite los errores del gobierno actual.
lun 01 junio 2020 11:50 PM
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Contrastes. México tendrá mayores complicaciones de desigualdad tras la crisis que dejará el coronavirus.

Ante la pandemia, mexicanos con dinero han comenzado a llamar a “ adoptar un mexicano ”. El argumento es que en México hay 50 millones de pobres (sic) y por tanto, si todos los ricos “adoptan” a un pobre, la pobreza se mitigará. Llaman a tratar a los pobres “como si fueran” nuestra familia.

El Consejo Coordinador Empresarial también coqueteó con la idea de “adoptar una microempresa”. El argumento era que en México solo las empresas grandes tienen liquidez y acceso al crédito. Por tanto, los pequeños empresarios morirían a menos de que fueran “adoptados” por los grandes.

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No dudo que detrás de estas ideas haya buenas intenciones. Aun así, no es correcto que los ricos quieran “adoptar pobres” por tres razones.

Primero, la “adopción” de pobres es paternalista porque asume que los pobres son víctimas de una situación que no podrán cambiar más que con la generosidad filatrópica de los ricos. Esto es falso.

En una sociedad democrática, los pobres deberían ser capaces de demandar con fuerza y voz propia que el estado provea de servicios públicos, programas sociales, apoyos, transferencias y subsidios que les den oportunidades y les permitan una vida digna. Independientemente de la generosidad de ricos o políticos, todo mexicano debe tener una vida digna.

Segundo, la “adopción” es una política superficial que no resuelve el problema de raíz y por ello resulta contraproducente. La pobreza existe por condiciones estructurales que deben atenderse y que no se resuelven con la adopción. La adopción resuelve los problemas más inmediatos de los pobres. Sin embargo, no asegura que se creen condiciones para que deje de existir los pobres en el futuro, ni para que los pobres dejen de serlo cuando el adoptante retire su apoyo.

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Si se quiere ayudar, se debe entender de raíz qué es lo que esta causando que haya una distribución tan desigual de la riqueza, y solucionarlo. La adopción es una solución demasiado temporal.

Por ejemplo, los ricos, en vez de adoptar, podrían pagar más impuestos para que haya mejores instituciones públicas de educación y salud. Podrían también subir los sueldos de las personas que trabajan con ellos y mejorar las condiciones del mercado laboral. Es común que los empleadores se rehúsen a pagar sueldos más allá del “precio de mercado” aún si saben que el precio de mercado no permite una vida digna. Cambiar esto es más importante que adoptar pobres.

Entre las empresas, más que “adoptar microempresas” se deben mejorar las condiciones que las grandes empresas le dan a sus proveedores. Es común que la empresa grande se “apalanque” con sus proveedores pequeños y no les paguen en meses. Esto ahorca a las empresas más pequeñas y nos las deja crecer. En vez de adoptar empresas pequeñas, las empresas grandes podrían regular que se de liquidez rápida a proveedores y romper el poder de mercado de muchas empresas grandes en México.

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Finalmente, la adopción es ofensiva. Nadie quiere ser adoptado por ser pobre porque ello implica depender de la generosidad del rico. Por el contrario, es momento de que la sociedad mexicana hable del empoderamiento de todos los mexicanos. Solo así se logrará una mejor distribución de la riqueza.

De la misma forma en que el pobre no le debe estar agradecido a un partido político por lo que recibe del estado, el pobre no debe estarle agradecido al rico por su generosidad. El estado y sus instituciones deben funcionar independientemente de quien este en el poder y de si los ricos son generosos o no.

"Tras el COVID-19, más gente va a usar el coche para moverse en la CDMX"

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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