Desde hace varios años en México hay una crisis de la que poco se habla y/o escribe, es la de los millones de niños y jóvenes que han vivido en un país con tanta violencia. Acabar los estudios, encontrar trabajo, independizarse... dar los pasos que hacen que una persona traspase la línea cada vez más delgada entre juventud y madurez nunca ha sido fácil, pero en un país donde la violencia y muerte se ve todos los días la complica más.
Sin embargo, las escasas perspectivas de una mejora en el campo laboral y sobre todo con una violencia que va en aumento pueden crear una generación perdida de jóvenes que han caído en el desencanto porque enfrentan limitaciones para la inserción laboral debido a su falta de experiencia, sus expectativas sobre las exigencias del mercado laboral, sus bajos niveles de instrucción y capacitación para el desarrollo de habilidades y capacidades laborales.