Así, lo que hemos visto a lo largo de ya más de un año es el ejercicio del poder por alguien que no conoce límites y que no tiene rivales para contener excesos. El tema nos coloca ante un escenario preocupante porque la concentración del poder se manifiesta con gran visibilidad al realizar tareas con pleno dominio de las funciones ejecutivas, legislativas y crecientemente incluso las judiciales. Tal tutela de los tres poderes y el consecuente impacto en los distintos niveles de gobierno no es algo que podamos ignorar o soslayar.
Se han venido cometiendo distintos errores significativos que se manifiestan, por ejemplo, en una caída vertiginosa en la confianza de inversionistas, disminución de generación de empleos, nulo crecimiento económico, destrucción de instituciones diversas (como los organismos constitucionales autónomos), pérdida de talento gubernamental, erosión de programas de apoyo social como guarderías y violencia intrafamiliar, etc.
Si la economía no ha caído aún de una forma mucho más precipitada (y el tipo de cambio se ha sostenido) es porque estamos pagando una sobreprima a las inversiones de cartera del extranjero, pero aún esa táctica tiene sus límites, representa costos muy altos, y puede sufrir embates drásticos en tan solo un par de días.
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En seguimiento a lo anterior, hay que hacer notar que han habido diversas opiniones informadas sobre los grandes defectos en las decisiones gubernamentales, sustentados en mejores prácticas, experiencia real y evaluaciones profesionales.
No obstante, dichas críticas no han trascendido al gobierno y mucho menos a la figura del Presidente. Parece que hay una especie de inmunidad a la crítica en que aún errores evidentes como la cancelación del NAIM en Texcoco, la instalación de la Guardia Nacional, la derogación de la reforma educativa, la expedición de leyes como la de extinción de dominio, la eliminación de guarderías infantiles, la aspiración a dar seguridad a base de regaños, y la realización de acciones improvisadas como el fallido intento de detención en Culiacán, no traen como consecuencia una real afectación a los niveles de aceptación del Presidente.