La estrategia de seguridad de López Obrador –cuyo encargado de implementarla es Alfonso Durazo– ha estado bajo la lupa debido a que los índices de violencia han persistido al grado de que este año se perfila a tener el más alto número de homicidios del que se tenga registro.
En menos de dos meses, el país ha pasado de una masacre a otra. Primero, el 14 de octubre, una emboscada en Michoacán se cobró la vida de 13 policías, dos días después, en Tepochica, Guerrero, un enfrentamiento dejó 15 muertos. Posteriormente tuvo lugar el ‘Culiacanazo’, y cuando la discusión estaba centrada en este último episodio, el asesinato de tres mujeres y seis menores, en los límites de Sonora y Chihuahua, cimbró al país.
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Por estos hechos, la oposición ha exigido la renuncia del Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, quien ante estos cuestionamientos ha dicho que en el momento en el que no esté en la posibilidad de realizar sus funciones, no tendrá “inconveniente en buscar otros horizontes“.
Al respecto, López Obrador respaldó a Durazo y a su estrategia para garantizar la paz. “El uso de la fuerza, la guerra, ya demostró que no es opción, resultó un fracaso, en vez de resolver el problema lo agravó”.