A la ineptitud, seguramente, la encontraremos detrás de los cargamentos de armas que entran en el territorio nacional y que sin duda contribuyen a la ola de violencia que –al parecer inevitablemente– se está apoderando de nuestro país, de nuestras instituciones, de nuestra tranquilidad.
Hemos aprendido por tristes experiencias que en México la ineptitud es hija de la corrupción por parte de madre y del poco –muy poco- entendimiento de gobernantes mediocres por parte de padre.
La corrupción e ineptitud de algunos funcionarios públicos a lo largo de la historia de nuestro país, lo mismo que el uso del poder público para obtener beneficios privados, es un enorme lastre con el que tenemos que cargar todos los días y que deriva en una importante pérdida de bienestar y en que la economía mexicana experimente un crecimiento notoriamente mediocre.
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Es urgente la construcción de una cultura de rendición de cuentas que permita la transparencia, abierta y pública del desempeño gubernamental. Lo demás vendrá por añadidura.
En México, es alarmante la ineptitud y corrupción que hay en las policías y funcionarios públicos que en lugar de proteger al ciudadano protegen a los criminales. En nuestro país hay millones de personas buenas y no se debe permitir que gane el mal y la violencia por la ineptitud de nuestros gobernantes.
¿Estaremos a tiempo de perder el Estado que no aplica la Ley? Es una reflexión que debe hacer el presidente López Obrador porque los enemigos de México es el crimen, no los ciudadanos que lo sufren todos los días, es tiempo de que se aplique la Ley.
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