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AMLO: encantador de serpientes

En un México sin crecimiento económico y que está generando menos de la mitad de los empleos que necesita, AMLO funciona como un encantador de serpientes, asegura Viridiana Ríos.
mié 30 octubre 2019 06:10 AM
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Narrador. El presidente acapara la agenda con sus conferencias mañaneras, asegura Viri Ríos.

La paz social que existe en México es inexplicable. O se debe a una apatía generalizada o se debe a AMLO. Yo creo que es a lo segundo. Y ello me preocupa. No sabemos qué vaya a pasar cuando AMLO no dé resultados y el electorado no tenga opción política alguna.

Al día de hoy, en un México sin crecimiento económico y que está generando menos de la mitad de los empleos que necesita, AMLO funciona como un encantador de serpientes: logrando la paz pública. Es decir, logrando que el pueblo mexicano, que pudiera estallar en protestas como lo han hecho varios países en Latinoamérica, se mantenga en relativa calma.

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México tiene condiciones económicas precarias desde hace tiempo, mucho más precarias que las de varios países que hoy enfrentan severas y multitudinarias protestas.

El número de pobres durante la última década, por ejemplo, ha aumentado. Los datos de 2018 muestran que, en nuestro país, 52.4 millones de personas son pobres, 2.9 millones más que hace 10 años. Durante la última década, México “creó” 24 mil pobres al mes. Cada día, surgieron 794 pobres.

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El poder adquisitivo del salario mínimo es más bajo hoy que hace veinte años en todo el país, excepto en la frontera. Los salarios son tan bajos que el 38% de la población no puede adquirir la canasta básica con sus ingresos laborales. Si solo se considera a los trabajadores formales y de tiempo completo, el 53% no es capaz de mantener a su familia. Se quedan cortos al final de la quincena.

La economía no ha mejorado, sino que va cada vez más mal. Las economías de 15 estados están contrayéndose; es decir, tienen tasas de crecimiento “negativas”. Cada vez producen menos. Hay casos, como Baja California y Sinaloa, en donde este año se está produciendo 5% menos que el año pasado. A nivel nacional, la economía no está creciendo y ciertos, sectores, como la construcción, se encuentran severamente afectados.

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La situación económica bien podría justificar una serie de protestas. Si no lo hace es por dos cosas que AMLO hace muy bien.

Primero, porque AMLO ha creado una narrativa de cambio radical a pesar de no estar implementando una agenda radical en casi nada. No está gastando de forma desorbitada. Sus políticas de austeridad, en ciertos aspectos han sido tan draconianas como las que el Fondo Monetario Internacional quiso implementar en Ecuador, pero no han dado pie a desobediencia pública.

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Segundo, porque AMLO tiene una gran capacidad de comunicación política y una excelente retórica política. AMLO es tan bueno encantando serpientes que, si mañana saliera a decir que el Fondo Monetario Internacional tiene razón en recortar el gasto público, probablemente la gente lo aceptaría. Habría personas de la izquierda militante escribiendo odas enteras sobre los beneficios del Fondo.

El dilema de México, por tanto, no es que vayan a explotar ahora las protestas –en estos tiempos de turbulencia mundial–, sino qué pasará mañana, cuando AMLO no pueda dar resultados.

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Mucho del éxito del sexenio de AMLO dependerá de que se cumpla su apuesta en Pemex. Al día de hoy, no vemos que dicha apuesta esté rindiendo frutos. Por el contrario, Pemex reportó esta semana que tuvo una pérdida de 87 mil millones de pesos. Algunos inversionistas ya se están preparando para ver a Pemex caer y que sea rescatado por el Estado mexicano. Por eso, entre más pérdidas tiene Pemex más sube el precio de los bonos.

Si la apuesta de AMLO no funciona, como parece que no lo hará, México se encontrará en una situación política muy precaria. Sin liderazgos para subsistirlo y con una oposición mayormente desacreditada, México pudiera convertirse en víctima de un político verdaderamente radical. Alguien como AMLO, en su primera campaña electoral, no en su versión más moderada que año en 2018.

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Es momento de que todos los sectores sociales, incluyendo la iniciativa privada, se unan para empujar a México en una dirección de mayor estabilidad que no dependa de AMLO. Esto implica que todos hagan su parte para que la economía salga adelante y para que los pocos polos de crecimiento estén bien distribuidos.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autora.

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