Escribo esta columna desde las zonas más remotas y rurales de Baja California, donde llevo varios días tratando de hacer sentido de lo que está pasando en México. Esta columna llega tarde porque acá hay muy poca conexión de internet. Hay montañas de sal y de piedra. Ruinas hechas de casas que se comió el desierto. La vegetación parece a veces un cuadro de Dalí. Cactus giran con movimientos caprichosos luego de haber buscado el sol por cientos de años.
Acá en la mitad del desierto hay tierra, roca y un montón de letreros de Morena que dicen “Mrena” porque no se calculó bien el tamaño de letra. El gobernador Bonilla se anuncia en las carreteras como el que las está arreglando.