El ejemplo perfecto es la marcha de mujeres, que la jefa de Gobierno calificó de provocación. Efectivamente, hubo problemas fuertes de vandalismo y destrozos, pero por no saber diferenciar descalificó a toda la marcha y su importante trasfondo.
Los últimos meses hemos estado plagados de manifestaciones de diferente índole, cada vez más violentas por infiltrados. En todas y cada una de ellas, el gobierno se ha visto rebasado. Pareciera paralizado ante los abusos de grupos que cierran vialidades y vandalizan todo a su paso.
La jefa de Gobierno seguramente no está consciente de que el uso de la fuerza pública es monopolio de la autoridad, y se muestra temerosa y cobarde para hacer valer el estado de derecho.
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Su gran idea fue exponer al propio personal del gobierno capitalino con los “cinturones de paz”, atentando así contra los derechos humanos de sus trabajadores, y exponiéndolos a riesgos que no les corresponden. Todo por su temor a hacer uso legítimo de la fuerza pública.
Y encima, trata de minimizar. Como con la manifestación de taxistas, que no respetaron el acuerdo de no cerrar vialidades. Sheinbaum, orgullosa, dijo que sólo había salido 0.4% de los taxistas. Si con esa minoría no pudo, imaginen si hubieran salido el 1, 5, o 10%.
La CDMX parece hoy un oasis de impunidad; una ciudad sin ley; un territorio sin control. Sheinbaum debe actuar rápido para recuperar el rumbo de la Ciudad, y demostrar que es capaz de gobernar.
Los tiburones políticos de Monreal y Ebrard no son contrincantes fáciles, por más que no tengan la venia y cercanía del presidente. Si Sheinbaum no se espabila pronto, pasará a la historia como la Presidenciable que hizo todo lo posible por perder la carrera sin siquiera empezarla".
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