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El periodismo como pedagogía

El periodismo educa porque informa, pero también porque explica, y si sobre algo nos ha educado el periodismo es sobre la corrupción, argumenta Carlos Bravo Regidor.
mar 06 agosto 2019 06:00 AM
Carlos Bravo Regidor
Analista político y coordinador del programa de periodismo en el CIDE.

El periodismo es una forma de pedagogía cívica. Primero, conforme a la concepción tradicional de “publicar lo que alguien no quiere que se sepa” (Orwell) porque, al hacerlo, saca a la luz información de interés público que permanecía oculta. Ilumina, revela. Y segundo, porque aporta elementos para organizar las noticias, para permitir a las audiencias no sólo enterarse de hechos sino, a su vez, dotarlos de sentido. Discernir, entender. El periodismo educa porque informa, pero también porque explica.

Si sobre algo nos ha educado el periodismo mexicano durante los últimos años es sobre la corrupción. Sobre cómo es un problema que no puede comprenderse bien si se limita estrictamente a la esfera de la moralidad. Sobre cómo no es un tema sólo de personas, sino también de entramados y mecanismos. Y sobre cómo la forma en que pensamos la corrupción y hablamos de ella en los medios de comunicación puede hacer mucha diferencia, por ejemplo, en términos de normalizarla o desnaturalizarla.

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En su libro Duarte, el priísta perfecto , Arturo Ángel consigna una frase que, al inicio de su carrera política, el exgobernador de Veracruz repetía con frecuencia: “en arca abierta hasta el santo peca”. Viniendo de semejante personaje parece una burla, pero lo cierto es que a su manera da cuenta de un aspecto fundamental del fenómeno de la corrupción, a saber, la existencia de un contexto habilitante. Porque los corruptos no nacen, se hacen.

La corrupción, lo mismo que la integridad, es una conducta aprendida. No exactamente una cuestión de falta de virtud, sino de abundancia de oportunidades. En un ambiente propicio para la corrupción (e.g., que la minimiza, la racionaliza, la justifica o no la castiga), las personas tienden a tolerarla cuando no hasta a participar en ella.

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De las investigaciones de Miriam Castillo, Nayeli Roldán y Manu Ureste sobre La Estafa Maestra , o de Mariel Ibarra y Silber Meza sobre Los Piratas de Borge , aprendimos, asimismo, que la corrupción no es una irregularidad sino, más bien, un sistema. Es decir, que los protagonistas son muchos, pueden cambiar con el tiempo, moverse de un lugar a otro, pero lo que permanece es el modus operandi de una amplia red de complicidades institucionales, perfectamente susceptible de sobrevivir aún y cuando todos los que participaron en ella fueran identificados y arrestados.

De poco sirve meter a la cárcel a los funcionarios responsables de abusar de su poder para saquear recursos públicos si, además, no se cambian los engranajes que les permitieron operar. Una cosa es castigar a los corruptos y otra, muy distinta, desmantelar la maquinaria de la corrupción.

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Finalmente, el periodismo también nos ha enseñado a no admitir los alegatos que buscan desactivar el agravio y abonar a la resignación: “es cultural”, “no fue ilegal”, “siempre ha sido así”; “en México nunca pasa nada”, etc. Porque vaya que pasa. Quizás no lo que uno quisiera, ciertamente no lo que debería pasar, pero el país sí reacciona. Se indigna, exige, repudia.

El resultado electoral de 2018 sería impensable sin el impacto que tuvieron todos los escándalos de corrupción del sexenio pasado. Si bien las instituciones de justicia, la legislación y las políticas contra la corrupción van muy a la saga, el periodismo ha hecho lo que le toca".

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Ojalá que siga, que pueda seguir, haciéndolo. Aunque a los poderes en turno, como siempre, no les guste. No importa, de eso se trata. Las democracias necesitan un periodismo alerta, desconfiado, incómodo. “Para recoger los bienes inestimables que asegura la libertad de prensa”, escribió Tocqueville, “es preciso saber someterse a los males inevitables que provoca”. Porque sin esa pedagogía cívica quedaríamos a merced de la pasividad o la propaganda.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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