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Coneval, confirmando errores de origen

La remoción de Gonzalo Hernández Licona del Coneval confirma que al presidente no le gustan los órganos autónomos y que cuestionen sus políticas, escribe Don Porfirio Salinas.
lun 29 julio 2019 05:45 AM
Gonzalo Hernández Licona
En una entrevista con el semanario 'Proceso', Hernández Licona cuestiona el compromiso del presidente con el combate a la pobreza.

La semana pasada se anunció la destitución de Gonzalo Hernández Licona como cabeza del Coneval, claramente derivada de las críticas públicas que hizo a los planes de austeridad del gobierno actual, que de manera evidente están minando a toda la estructura gubernamental.

Unos días antes de su destitución, Hernández Licona publicó una columna en un medio nacional detallando el impacto de los planes de austeridad en el Coneval, que le imposibilitarían seguir operando.

Una de las frases más contundentes, y ciertas, fue: “Durante este gobierno se han tenido problemas en las áreas de salud, seguridad, cultura, deporte, entre otras, debido a recortes que no han tenido fundamento y a controles que se han convertido en frenos para el gasto”.

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Esta columna evidentemente generó la ira de la Secretaría de Bienestar, coordinadora de sector del Coneval, y por supuesto del propio presidente, pues le pega en una de sus principales, y peor entendidas, banderas: la caótica y mal implementada austeridad.

Adicionalmente, este fin de semana desde Zongolica el presidente dijo que Hernández Licona ganaba 220,000 pesos al mes, además del viernes mencionar una serie de gastos exacerbados del Coneval; a esto último el propio Coneval respondió el mismo viernes con un comunicado.

Lee: El que no contribuya a transformar es conservador: AMLO a extitular del Coneval

Peor aún, el presidente aseguró que los investigadores académicos del “consejo directivo” (es comité según la ley) del Coneval llevan más de los cuatro años reglamentarios, sin mencionar que pueden ser reelectos, dejando ver que muy probablemente trate de sustituirlos también.

Los seis consejeros son personalidades con grandes trayectorias, y probadas credenciales para estar en su cargo. Difícilmente en las filas de la 4T habría perfiles que se acerquen al nivel de experiencia que tienen ellos. Aunque eso no importó en el caso de la CRE.

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Una vez más, el presidente demuestra que no entiende lo que son las instituciones especializadas de la administración pública, y confirma el desconocimiento profundo que tiene sobre la importancia de cuerpos técnicos autónomos para el mejor desempeño del gobierno.

El Coneval es uno de los mejores ejemplos internacionales de medición de pobreza, y del monitoreo y evaluación de los programas sociales para determinar si tienen o no verdadero impacto en el desarrollo de un país, o si solo son recursos desperdiciados.

Creado con la Ley General de Desarrollo Social de 2004, el Coneval nace, apoyado por el Banco Mundial, de un importante proyecto de la anterior Sedesol para establecer un sistema de monitoreo y evaluación de sus programas, también financiado parcialmente por el banco.

En aquella época, se juntó a los mejores especialistas del organismo multilateral con los mejores académicos mexicanos, para desarrollar el sistema. El trabajo fue tan ambicioso, que ameritó la creación de un órgano autónomo para evaluar todos los programas federales.

#Perfil |  Él es José Nabor Cruz, nuevo titular del Coneval

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La sofisticada medición multidimensional de la pobreza que se diseñó ha permitido, en estos años de existencia, tener los números más claros que ha habido en México, e identificar que nuestro país prácticamente no ha avanzado en la lucha de este importante flagelo.

Pero también ha permitido identificar de manera precisa que la mayoría de los programas sociales federales ha sido poco efectiva en el combate a la pobreza, y que muchos incluso han sido regresivos, es decir, que lejos de beneficiar a los más pobres benefician a no pobres.

Sin la información generada por el Coneval durante su existencia, el propio presidente no habría tenido argumentos tan sólidos durante su campaña para evidenciar el rotundo fracaso de los gobiernos de los últimos 18 años en materia social.

Por supuesto, el Coneval ha generado controversias importantes. Una de las más significativas fue la abierta oposición a los cambios que el santificado Meade quiso hacer a la medición de la pobreza cuando era titular de la Sedesol, para hacernos creer que se habían reducido 2 millones de pobres.

Claramente, un error de creación del Coneval fue no dotarlo de un mecanismo de nombramiento de su titular y consejeros ajeno al Ejecutivo federal para asegurar plena independencia. Otro gran error es no haber reglamentado la reforma constitucional de 2014 que lo convertiría en órgano constitucionalmente autónomo.

Lo que estamos viendo hoy es una confirmación más de que el peor error del presidente López Obrador para la viabilidad de su gobierno ha sido su malentendido plan de austeridad. Es evidente, como en este espacio se previó hace varios meses, que esto está descarrilando cualquier posibilidad de un gobierno eficiente.

Adicional a ese error de origen, el presidente demuestra nuevamente su intolerancia a cualquiera que piense distinto, y que además le demuestre con datos duros que está equivocado. El presidente siempre tiene sus propios datos, falsos y manipulados, pero suyos.

Ayer mismo lanzó una amenaza, diciendo que “quien no contribuya a la transformación de México y esté a favor del inmovilismo y por mantener el statu quo es un conservador, se dedique a la política o al periodismo”.

El presidente ha dicho una y otra vez que busca transformar a México para bien; sin embargo, insiste con sus acciones en desfondar lo bueno que se ha logrado; y por lo deficiente de sus colaboradores no logra abordar y mucho menos revertir todo lo malo que le legaron.

Sus ideas malentendidas y caprichos absurdos están paralizando la capacidad de la administración pública federal, y llevando al gobierno a una etapa de pulverización de políticas públicas integrales y basadas en evidencia.

En este escenario, las grandes promesas del hoy presidente se quedarán en meros buenos deseos, mientras el país continúa la caída libre en la que entró desde, por lo menos, el gobierno de Fox, intensificada con Calderón y Peña. Este presidente podría hacernos tocar fondo. ¿Será que ya lo necesitamos?

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