Pero los actores gubernamentales parecen no tener claros los retos institucionales que esto implica.
Llevamos casi una semana de conflicto, y el secretario Alfonso Durazo no sólo no se ha sentado con los inconformes, sino que los ha atacado.
En cualquier país serio, el presidente habría reaccionado instruyendo al secretario a atender de inmediato el problema, o remover al secretario.
Pero este presidente al parecer no entiende de crisis, sólo se le ocurre hablar de manos negras.
Por supuesto que ha habido problemas en la PF. Claro que Calderón y Peña, lejos de fortalecerla, la afectaron. Pero no se pueden desconocer sus avances a pesar de ello.
Sólo trabajando juntas las tres corporaciones podrán asegurar una GN funcional, eficiente y efectiva ante el panorama de crisis cada vez más profunda y mortífera que hoy tenemos.
Y para eso, necesitamos que el presidente muestre sensatez, responsabilidad y madurez, y deje de actuar con la víscera desinformada en un tema tan delicado que bien puede descarrilar todo su sexenio.
A pesar de todo, las protestas han sido controladas y hasta respetuosas, salvo el vergonzoso episodio de ataques verbales y casi físicos a la comisionada de la PF.
El presidente tiene poco tiempo para reaccionar antes de que esto sea incontrolable, y afecte a su propia estrategia contra la inseguridad.
¿Tendrá el presidente la capacidad de reaccionar, o seguirá hablando de manos negras, sin entender que éstas sólo son sus propios errores y los de su gabinete?