La ciudad de México atraviesa por una crisis de seguridad. Como en otros tiempos, el temor tiene rostro. Los detalles de la muerte de Norberto Ronquillo marcarán el principio del sexenio de Claudia Sheinbaum como otros crímenes de alto perfil obligaron a otros gobiernos a ajustar prioridades.
Es natural. No hay preocupación mayor que la seguridad. Importan poco los programas sociales, la agenda cultural, la apuesta por la movilidad o lo que el gobierno capitalino quiera. Nada es más importante que la seguridad.