“Esto lo constataron los niños al observar situaciones de enfermedad grave y de muerte. Quizá no vivieron el miedo de morir ellos mismos, pero sí fue horrible el hecho de ver morir a sus papás, a sus tíos, a su familia. Ese sentido de orfandad, obviamente, los lleva a un estado de depresión”, explica el doctor, integrante de la Academia Mexicana de Pediatría.
A esto se suma que, al estar lejos de las escuelas, en los momentos difíciles, no pudieron convivir, jugar o interactuar con sus pares.
Además, el confinamiento profundizó el maltrato que algunos menores sufren en sus hogares.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021 arrojó que en México 54.8% de las niñas y niños de 1 a 14 años fueron sometidos a métodos violentos de disciplina. Entre los castigos que recibieron los menores están la agresión psicológica en 45.3% de los casos; 35.5% sufrió alguna forma de castigo físico y 5.6% recibió golpes.
“La exposición a la disciplina violenta tiene consecuencias perjudiciales en el desarrollo de las niñas y niños a corto y a largo plazo, dificultando el desarrollo de capacidades de aprendizaje, inhibiendo las relaciones positivas, promoviendo la baja autoestima, angustia emocional y depresión”, se explica en el informe de la encuesta.
El médico pediatra detalla que esas experiencias afectan la calidad de vida de los niños, su aprovechamiento escolar y su comportamiento social.
El año pasado, siete de cada diez personas de 10 a 19 años manifestó que todo el tiempo o la mayoría del tiempo se sintieron tristes, según datos de la Ensanut 2021.
“No sabemos todavía a ciencia cierta cuáles son los puntos que van a modificar la integración emocional y social del niño ante esta situación tan grave que ha ocurrido. El futuro de la salud mental de los niños que se conviertan en adolescentes y adultos va a ser algo que verdaderamente nos debe de tener preocupados”, subraya el médico.