Pero en el mismo estudio se detalla el nivel de impacto que causarán las etapas de preparación y construcción. Por ejemplo, las obras relacionadas con caminos de acceso, obras provisionales, desmonte, despalme, trazo y nivelación, causará una afectación "adversa moderada" a la integridad física de los cenotes.
En el caso de los suelos, se pone en riesgo la estabilidad edafológica (erosión) por la compactación y el paso de maquinaria. Además, se prevé una afectación por generación, manejo, almacenamiento y disposición de residuos sólidos o líquidos, sobre todo si son peligrosos.
Respecto al agua, tendrá que haber una modificación del patrón de drenaje por el movimiento de tierras y esto, a su vez, afectará las características fisicoquímicas de cuerpos temporales de agua provocados por lluvias, impactando directamente en las corrientes subterráneas y acuíferas.
Todo lo anterior tiene que ver con el mayor reto que enfrenta la construcción del Tramo 5.
MIA, fragmentada y tardía
El estudio de impacto ambiental que se presenta es solo el correspondiente al Tramo 5, pero no evalúa el impacto ambiental completo e integral de todo el proyecto del Tren Maya.
Los proyectos fragmentados de este tipo —por ejemplo, la ampliación del Puerto de Veracruz— son otra de las críticas por parte de ambientalistas.
Además, la MIA señala que los trabajos de construcción deben iniciar una vez obtenidas las autorizaciones en materia de impacto ambiental. Lo cual, en este caso, no ocurrió, pues el Tramo 5 del Tren Maya en esta nueva ruta comenzó en enero de este año sin que hubiera un estudio de impacto ambiental.
Por ello, un grupo de buzos promovió un amparo con lo que en abril lograron suspender temporalmente las obras . Todavía no se determina si, ahora con la publicación de la MIA, se levantará esa suspensión, pero por ahora se estima que la duración para la ejecución de las obras, incluidas las pruebas de infraestructura y equipo, es de aproximadamente 24 meses.