Por eso, agrega, es común que en sus administraciones haya un desprecio hacia investigadores, académicos y científicos; una "criminalización encarnada" contra sus rivales, opositores o antecesores políticos; y ataques a medios de comunicación. Esta será su principal estrategia para la polarización, sostiene el autor.
"Cuando venden discursos o promesas seductoras, estamos hablando de charlatanes políticos. Y los países América Latina sufren una crisis generalizada del amor a ideas muertas, a ideas que comprobadamente han fracasado y aun así se siguen utilizando", puntualiza.
Los riesgos de la autocracia
Para entender los riesgos de los gobiernos autócratas, Moisés Naím emplea el término "necrofilia política", que, explica, es una perversión que sufren algunos seres humanos hacia ideas muertas.
"En lugar de haber un atractivo hacia cadáveres, en la necrofilia política hay una atracción a ideas muertas, aquellas que fueron probadas en repetidas ocasiones en un país y no funcionaron. Pero sin embargo, son ideas muy seductoras, muy fáciles de entender, son promesas, y a la gente le gustan las promesas", señala.
En este sentido, Naím advierte que el riesgo principal está en la democracia, pues a los gobiernos autócratas les conviene manipular la información y distorsionar lo que en realidad está sucediendo, a veces desde un punto victimizante, y así logran que la gente que les crea.
"Son unos charlatanes que les prometen cosas que no van a cumplir. Además, ellos chocan democracia, aún cuando han llegado al poder gracias a ese mecanismo, gracias a elecciones", resalta.
En la necrofilia política hay una atracción a ideas muertas, aquellas que fueron probadas en repetidas ocasiones en un país y no funcionaron".
Moisés Naím
Y el riesgo es generacional, pues la mayoría de los jóvenes en el mundo nunca ha vivido fuera de la democracia ni saben lo que es vivir en la autocracia. Aunado a esto, alerta Naím, hay una crisis económica y geopolítica que genera un terreno favorable para líderes "que son charlatanes".
"Estamos en un punto de inflexión donde la democracia puede perderse en todas partes del mundo, aunque también hay esperanzas. Estamos viendo en Ucrania, por ejemplo, cómo un pueblo decidió que no iba a permitir que un abusador como (Vladimir Putin) los invadiera", concluye.