En ese mismo tono, la administración actual ha tenido una posición cauta ante la situación de violación de derechos políticos en Nicaragua, por ejemplo. Junto con Argentina, fue sido el único país latinoamericano que no condenó el gobierno de Daniel Ortega por la detención de sus opositores políticos meses antes de las elecciones de noviembre.
Tampoco se pronunció en 2019 durante la crisis de Venezuela, cuando no desconoció el nuevo mandato de Nicolás Maduro, mientras los países integrantes del Grupo e Lima reconocieron a Juan Guaidó."Nuestra postura es la misma, es lo que establece nuestra Constitución. No nos vamos a mover de ahí", reiteró el presidente.
México se ha manifestado con postura pacífica y de no intervención en conflictos internacionales, salvo en la Segunda Guerra Mundial, cuando al incautar México barcos de los países del Eje (Italia, Alemania y Japón) que se encontraban en aguas nacionales y que suponían un riesgo a la soberanía nacional, Alemania mostró hostilidad hacia embarcaciones mexicanas que culminó con el hundimiento de los barcos “Potrero del Llano” y “Faja de Oro”.
Ante esos acontecimientos y después de realizar un balance de la situación y de “evocar la actitud pacífica” de México, el entonces presidente Manuel Ávila Camacho solicitó al Congreso de la Unión la declaración de estado de guerra, argumentando que el hundimiento de las embarcaciones mexicanas, así como la actitud de los países del Eje, obligaban a México a tomar esa resolución, en la que se estableció que desde el 22 de mayo de 1942, “los Estados Unidos Mexicanos se encontraban en estado de guerra”, con lo que se determinó el envío de tropas mexicanas a las acciones bélicas.
Con información de Lidia Arista y Fernanda Hernández