El nuevo trato
La suerte del exdirector de Pemex Emilio Lozoya dio un giro de 180 grados en la audiencia de este miércoles, cuando la Fiscalía General de la República solicitó y obtuvo de un juez federal la prisión preventiva justificada.
Las fotos de la periodista Lourdes Mendoza no fueron consideradas formalmente por el juez federal como causal para la determinar la prisión preventiva, pero el hecho sí fue desahogado por la parte acusadora para solicitar un cambio en la medida cautelar y las imágenes rondaron en el ambiente de la comparecencia.
Aunque al inicio todo apuntaba a que el juez desecharía la petición del ministerio público federal pues minutos antes se le concedió una prórroga de 30 días para continuar recabando pruebas, al final a la petición se sumaron el abogado de Pemex y los representantes de la Unidad de Inteligencia Financiera. La autoridad concluyó que sí existía riesgo de la sustracción de la justicia por parte del exfuncionario en la administración de Enrique Peña Nieto, lo que causó la sorpresa de los presentes en la audiencia.
La audiencia
Emilio Lozoya llegó a la sala número uno del centro de justicia federal del Reclusorio Norte a las 9:45 de la mañana, acompañado por su madre, la señora Gilda Margarita Austin, y sus abogados.
Vestía un traje azul marino, camisa blanca y cargaba un portafolio negro de piel; Lozoya fue abordado por un elemento de la Guardia Nacional antes de ingresar a la sala para hacerle una revisión de rutina. Al finalizar el procedimiento, entró a la sala.
El espacio tenía la distribución de una sala de juicios orales: al frente, estaba colocada una mesa para el juez; después de él estaban instaladas dos mesas, de un lado permaneció Lozoya con su madre y dos abogados; al lado de la otra mesa se acomodaron seis personas: tres representantes de la FGR, un representante de Pemex y dos de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Al ingresar a esa sala, Lozoya se sentó al lado de su madre, quien también lleva un proceso penal por operaciones con recursos de procedencia ilícita, el cual se desprende de las transferencias que le hizo su hijo.
A las 10:09 horas el juez Artemio Zuñiga declaró la apertura de la audiencia, misma que se había prorrogado y en la que por primera vez, Lozoya comparecía de manera presencial ante la autoridad.
Durante el desarrollo de la audiencia, Emilio Lozoya escuchó los argumentos de la FGR para solicitar al juez la prisión preventiva. Nunca pudo voltear hacia atrás a ver a los 15 reporteros en la sala porque no lo tenía permitido.
El exdirector de Pemex, por momentos, movía su cabeza o giraba su silla para ver directamente a la parte acusadora y se incorporaba a la mesa en señal de rechazo a las palabras del ministerio público o de los representantes de la empresa productiva del estado y la UIF.
“El acusado ha sido grosero, reticente, agresivo y evasivo de la autoridad”, expuso Manuel Granados, representante de la FGR.
Lozoya escuchó y sólo se reacomodó en su silla. Poco se pudo ver de su rostro, pues en todo momento permaneció con el cubrebocas. Entre las pocas gesticulaciones evidentes fue que constantemente levantaba las cejas en señal de admiración o fruncía el ceño como una forma de extrañamiento; en otros momentos, en reiterados momentos miraba a sus abogados o incluso acariciaba con su mano derecha el brazo izquierdo de su madre.