Por eso se explican los “coqueteos” del presidente hacia el Revolucionario Institucional dos días después de la jornada electoral del 6 de junio en la que, si bien Morena y sus aliados lograron la mayoría en la Cámara de Diputados, no mantuvieron la mayoría calificada que le garantizaría que las tres iniciativas constitucionales que enviará el presidente en la segunda mitad de su sexenio sean aprobadas.
Para la 65 legislatura Morena se quedó con 201 diputados de mayoría relativa y de representación proporcional (40.2%); seguido por el PAN con 114 legisladores (22.8%); por el PRI con 71 (14.2%); el Verde Ecologista con 43 (8.6%); el PT con 33 (6.6%), Movimiento Ciudadano con 23 (4.6%) y PRD con 15 (3%).
Con sus aliados, PT y PVEM, Morena suma 277 legisladores que representan el 55.4%, es decir, tiene mayoría simple lo que les permite aprobar iniciativas sin necesidad de convencer a otras fuerzas políticas. Sin embargo cuando se trata de un cambio a la Constitución como lo será la reforma eléctrica, la electoral o para pasar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional se requiere de la aprobación de dos terceras partes de los legisladores (334 votos).
Si la coalición conformada por Morena, PVEM y PT, suma los votos del PRI, alcanzarían los 348, es decir, podrían modificar la Constitución.
Para Javier Martín Reyes, académico en la División de Estudios Jurídicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), es claro que el presidente está jugando a dividir a la oposición.
“El presidente sabe que sus reformas no van a prosperar si tiene una oposición unida por lo que tiene que hacer para que prosperen es dividir a la oposición. El presidente está jugando el juego que tiene que jugar, él sabe que necesita a parte de la oposición no solo para impulsar a la reforma eléctrica, sino las otras dos reformas que anunció: la reforma electoral y la de Guardia Nacional y parece que el eslabón más débil de la alianza es el PRI”, advierte.