En el caso del hospital donde labora Silvana, sólo entre el 1al 31 de marzo fallecieron 16 adultos mayores por coronavirus, cuando en ese mismo periodo del año anterior, solo murió una persona.
A principios de marzo, el primer ministro, Giuseppe Conte, decretó un toque de queda para que ningún ciudadano saliera de casa, salvo por tres motivos: trabajo, salud o un caso de urgencia. Por lo que a Silvana le ha tocado ver una ciudad semidesierta
Morir en la soledad
Silvana platica que tratar con personas de la tercera edad, “te acostumbra a la muerte”, pero siempre hay un familiar que les toma la mano en su último aliento. Sin embargo, hasta eso cambió con el coronavirus porque quien pierde la vida tiene que hacerlo solo y en algunos casos decir adiós solo por una llamada.
“Las personas están muriendo solas porque no pueden entrar nadie a verlos por el alto riesgo de contagio... En este momento no hay familias. Nosotros estamos siendo intermediarios. Una colega hizo hoy una llamada para comunicar a una anciana que tiene una hija en Argelia y otra hija en otro pueblo de Italia. Se despidieron de la mamá a través de una llamada de Whatsapp, la mamá no las podía ver porque está sedada pero es una manera a través de la cual acompañan a sus madres, y padres. Nosotros somos los intermediarios”, precisa.
Explica que una vez que ocurren los decesos, los familiares tampoco pueden ver a los fallecidos porque el féretro tiene que permanecer cerrado por seguridad sanitaria. Además, el coronavirus también se ha robado la posibilidad de darle el último adiós a los seres queridos porque en Italia los funerales están prohibidos.
Afirma que, aunque la pandemia del coronavirus ha sumergido a Italia como en un tsunami, no cambiaría por nada su profesión, pero hay algo que le preocupa: cuando todo vuelva a la normalidad, cómo lograran volver a ejercer.
“Quando ritorniamo a la normalitá, non sará mai la normalitá (cuando regresemos a la normalidad, nunca será la normalidad)... Las cicatrices físicas del coronavirus, se irán, pero las de alma, en el corazón y en la memoria, quién sabe. En este momento no dejamos el campo de batalla, pero no sé cuántos de nosotros tendremos la fuerza para seguir”, confiesa.