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#YovsCoronavirus | Mexicana en Italia: "El coronavirus cambió la forma de morir"

Silvana Marin, médico geriatra en Italia, cuenta en entrevista que de lo más triste que ha traído el COVID-19 es morir solo, pues los enfermos de coronavirus pocas veces se despiden de sus familias.
jue 16 abril 2020 02:17 PM
Silvana marin
VALOR. La mexicana Silvana Marin trabaja como médico geriatra en Italia, y aunque está "acostumbrada a la muerte", el coronavirus la ha vuelto más dolorosa porque quienes perecen lo hacen sin la compañía de sus familias.

Silvana Marín estudió en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, pero en 2007 se fue a Bérgamo, Italia para ejercer la profesión que más ama en la vida: médico. Tuvo que revalidar sus estudios y se especializó en geriatría.

Aunque está “acostumbrada” a lidiar con la muerte por atender a personas mayores, el COVID-19 la hizo un visitante frecuente en la Fondazione RSA Vaglietti Corsini ONLUS, donde labora como directora sanitaria. Si bien las muertes siempre son dolorosas, cuenta que el coronavirus ha hecho que quienes perecen lo hagan en soledad, solo algunos pueden darse un privilegio: tener una despedida por videollamada a sus seres queridos.

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“Intento ser una sonrisa en su final, aunque sea con los ojos, porque la boca está cubierta”, asegura la mexicana radicada en Bérgamo.

Silvana es una mujer joven, de cabello lacio y corto, delgada, pero que ha tenido que sacar fuerza de donde no imaginaba para enfrentar al coronavirus y para extender sus jornadas laborales.

La mexicana se da unos momentos después del trabajo para compartir en entrevista su experiencia en un país donde hay alrededor de 168,000 personas contagiadas y han muerto más de 22,000.

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El 22 de febrero fue la fecha que marcó el cambio. A 25 kilómetros de su centro de trabajo se comenzaron a registrar casos de pulmonía asociada al coronavirus, por lo que las autoridades locales tomaron medidas como disminuir las visitas en el hospital-hogar que alberga a 77 ancianos.

“En 10 días, nos encontramos sumergidos en una situación mucho más grande de la que nos habíamos imaginado. Empezamos a tener pacientes con síntomas respiratorios más graves de lo que generalmente vemos. De pronto, al contactarnos con diferentes médicos, nos enteramos de que se llenaban los servicios de urgencias, los hospitales con miles y miles de personas con síntomas de insuficiencia respiratoria”, recuerda.

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Así que, de un momento a otro, el sitio que funcionaba más como una casa para personas ancianas, debió convertirse en un hospital. Se tuvieron que aislar pisos del edificio como medida para salvaguardar a quienes no presentaban síntomas, el personal médico comenzó a colocarse mascarillas FFP2 y FFP3 y batas, así como a recurrir al oxígeno para salvar vidas.

En redes sociales circularon imágenes de médicos italianos en las que se ven rostros exhaustos con marcas en la frente, mejillas y pómulos, a causa de las jornadas extenuantes. Así sucedió con Silvana. Ella laboraba 12 horas a la semana, pero a causa del COVID-19 ahora sus turnos son de 10 horas por día o más.

“Las heridas son reales, tener los materiales de protección todo el día no es fácil, lastiman y lastiman mucho, pero son necesarios. Así que te aguantas las heridas que te generan en la cara”, afirma.

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La mexicana reconoce que pese a que Italia cuenta con un sistema de salud pública de primer mundo, por el coronavirus, éste quedó rebasado.

“Los hospitales están saturados, se tuvo que construir hospitales donde no había. Se adecuaron hoteles, foros donde se hacían ferias y exposiciones. El Ejercito se movió para reacondicionar estos ambientes y crear ambientes de terapia intensiva. Llegaron médicos de China, de Rusia, de Cuba a darnos una mano”, explica.

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En el caso del hospital donde labora Silvana, sólo entre el 1al 31 de marzo fallecieron 16 adultos mayores por coronavirus, cuando en ese mismo periodo del año anterior, solo murió una persona.

A principios de marzo, el primer ministro, Giuseppe Conte, decretó un toque de queda para que ningún ciudadano saliera de casa, salvo por tres motivos: trabajo, salud o un caso de urgencia. Por lo que a Silvana le ha tocado ver una ciudad semidesierta

Morir en la soledad

Silvana platica que tratar con personas de la tercera edad, “te acostumbra a la muerte”, pero siempre hay un familiar que les toma la mano en su último aliento. Sin embargo, hasta eso cambió con el coronavirus porque quien pierde la vida tiene que hacerlo solo y en algunos casos decir adiós solo por una llamada.

“Las personas están muriendo solas porque no pueden entrar nadie a verlos por el alto riesgo de contagio... En este momento no hay familias. Nosotros estamos siendo intermediarios. Una colega hizo hoy una llamada para comunicar a una anciana que tiene una hija en Argelia y otra hija en otro pueblo de Italia. Se despidieron de la mamá a través de una llamada de Whatsapp, la mamá no las podía ver porque está sedada pero es una manera a través de la cual acompañan a sus madres, y padres. Nosotros somos los intermediarios”, precisa.

Explica que una vez que ocurren los decesos, los familiares tampoco pueden ver a los fallecidos porque el féretro tiene que permanecer cerrado por seguridad sanitaria. Además, el coronavirus también se ha robado la posibilidad de darle el último adiós a los seres queridos porque en Italia los funerales están prohibidos.

Afirma que, aunque la pandemia del coronavirus ha sumergido a Italia como en un tsunami, no cambiaría por nada su profesión, pero hay algo que le preocupa: cuando todo vuelva a la normalidad, cómo lograran volver a ejercer.

“Quando ritorniamo a la normalitá, non sará mai la normalitá (cuando regresemos a la normalidad, nunca será la normalidad)... Las cicatrices físicas del coronavirus, se irán, pero las de alma, en el corazón y en la memoria, quién sabe. En este momento no dejamos el campo de batalla, pero no sé cuántos de nosotros tendremos la fuerza para seguir”, confiesa.

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