Paulina Hernández es becaria de medicina interna, tenía nueve meses trabajando en los servicios que se dan en el Hospital Regional en el ISSSTE de Tultitlán, en el Estado de México, en lo que comúnmente se conoce como el año de "residencia" para los futuros médicos.
Cuenta que desde junio del año pasado estuvo en ese centro que ahora será un hospital COVID, pero que por recomendaciones de la Secretaría de Salud, las facultades de medicina retiraron a los estudiante s por no tener equipos para protegerlos.
“Cuando hicimos los escritos solicitando equipos nos dijeron que no había los suficientes. Principalmente, las mascarillas N95, que son las que protegen la vía aérea, que es donde va a tener contacto con el virus, porque no hay donde comprarlas. El jefe de enseñanza nos comentó que se tenía el presupuesto, pero no había dónde comprarlas. Y que una vez que las tuvieran, van a tener que irlas racionando”, relata.