E incluso las mujeres policías que desplegó el gobierno de la Ciudad de México recibieron pintas en sus escudos; déjenlas, ellas también son mujeres gritaban señoras, pero otras más respondían, ¿dónde estaba la policía cuando las mataron?
Y en respuesta a los constantes llamados de la autoridad a marchar en paz, a su paso varias mujeres dejaron pintas, vidrios rotos y tiraron vallas que protegían inmuebles. Pero la respuesta también llegó, en diversos momentos se lanzó gas lacrimógeno contra las mujeres: en Avenida de la República, en Juárez, en Eje Central, en 5 de Mayo y en la misma plancha del Zócalo.
“No es violencia, es autodefensa”, “Yo las prefiero violentas, que muertas”, eran los gritos de defensa de las mujeres, quienes además aprovecharon para recordarle al gobierno que no querían rifa.
Ya en el Zócalo, algunos contingentes fijaron sus posicionamientos. Elizabeth Machuca Campos denunció que su hermana fue víctima de feminicidio en 2017, pero el gobierno pretende reclasificar el delito como homicidio. “No estás sola”, “No fue homicidio, fue feminicidio”, “Justicia, justicia”, le respondieron las mujeres concentradas en el Zócalo. También se escucharon los nombres de Ingrid Escamilla, Fátima, Abril Cecilia, Sara Abigail, y de muchas otras víctimas de feminicidio.
Mientras eso ocurría, uno, dos, tres bombas molotov estallaron frente a Palacio Nacional. Saldo blanco.
Pero con pintas, consignas, alegría, enojo, vidrios rotos, canciones… con todo eso junto, las mujeres de este país alzaron (alzamos) la voz e hicimos historia. Marchamos para reflejar la impotencia de vivir con el miedo de morir en manos de quien un día nos dijo “te amo” o de salir a la calle y no regresar a casa.
Este lunes la lucha continúa, pero hoy se hace en ausencia.