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Hay corrupción intelectual en la prensa, no solo económica: Carlos Marín

El periodista Carlos Marín habla, con motivo del relanzamiento de su 'Manual de periodismo', sobre ciertos aspectos que rodean esta profesión.
dom 24 noviembre 2019 06:30 AM

Dentro de los medios de comunicación hay un fenómeno del que poco se habla: la corrupción intelectual, considera el periodista Carlos Marín, al referirse a algunos comunicadores que, a su juicio, han pasado de tener una postura crítica a ser afines al gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Ya no son críticos de nada y cualquiera de las muchas cosas que han ocurrido en estos 11 meses del gobierno lopezobradorista, si hubieran sucedido de (Carlos) Salinas de Gortari para acá, no me imagino cómo les habría ido de parte de estos periodistas”, apunta Marín en entrevista con Expansión Política, con motivo del lanzamiento de la tercera versión de su Manual de periodismo, editado por Grijalbo, el cual ha actualizado 33 años después de que salió a la luz.

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Marín inició en 1969, en el diario El Día, su carrera como periodista. La afianzó en el Excélsior que entonces dirigía Julio Scherer García, quien fue obligado a dejar este periódico a causa del conocido ‘golpe’ orquestado por el gobierno de Luis Echeverría Álvarez en 1976. Junto a Scherer, Marín y otros exiliados de este medio fundaron ese mismo año el semanario Proceso, al que renunció en 1999. Actualmente, es consejero editorial de Grupo Milenio, del cual fue director editorial por 19 años.

Ahora, expone en la plática que al periodismo le hace falta sacudirse de oficiantes que —señala— confunden la actividad periodística con el periodismo de causa. “Si quieren hacer política, por qué no se meten a un partido político; si quieren remarcarle a los lectores, televidentes, radioescuchas o usuarios de las redes sociales que son patriotas, pues que se den de alta en el Ejército; si quieren trabajar para la democracia, que se busquen un lugar en el Instituto Nacional Electoral”, plantea.

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Refiere también que el periodismo se demerita cuando trata de quedar bien con alguna facción política o algún grupo de interés económico. Y señala que el mejor periodismo es el que no admite réplica: “Si tienes un desmentido, estás tronado”. A la vez, reitera a lo largo de la charla la importancia de comunicar con el contexto necesario y no solo transmitir ideas vacuas: “A veces el contexto riñe en importancia con el texto”.

Marín es enfático en señalar que —contrario a lo que considera el presidente López Obrador— las redes sociales no hacen periodista a cualquiera. “Es absolutamente falso que cualquiera pueda ser periodista, por el empleo de las redes sociales. Cualquiera sí puede ser periodista si se aplica al conocimiento y dominio de lo que es el periodismo”.

Esta es la entrevista completa.

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¿Qué cambió desde que salió la primera versión de este ‘Manual de periodismo’, hace 33 años?
La evolución tecnológica, la posibilidad de utilizar medios que se desconocían hace 33 años. En ese entonces, aún se usaban instrumentos como el fax, por ejemplo, como el teléfono, pero con llamadas para dictar la información, y actualmente con el uso de la internet y los medios, en los que por cierto yo no estoy, las redes sociales, que lo mismo puede ser Instagram, Facebook, Twitter, o cualquiera de esos, hacen que la noticia propiamente salga casi siempre antes que en ningún otro medio en las redes sociales, lo cual no hace de esos medios pues medios periodísticos.

¿Las redes sociales son imprescindibles para hacer periodismo en la actualidad?
No. Son un apoyo importante, no creo que sean imprescindibles porque, por ejemplo, yo no he dejado de reportear, todos los días salgo, trato de afinar, averiguar, constatar para normar criterio, aunque fuera solo para eso, y yo no empleo las redes sociales.

Tengo personas y conocidos y amigos y compañeros de trabajo a través de los cuales me entero de algunas cosas de las redes sociales que vale la pena que yo sepa; en ese sentido, pues creo que siempre estoy actualizado de qué diablos pasa en las redes sociales, pero yo no las necesito para trabajar.

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¿Cómo ha vivido la transición del periodismo tradicional que se hacía en 1970 a la fecha, con los medios digitales?
A mí me atrae mucho la posibilidad esta que se nos pone a la mano de emplear nuevas tecnologías para resolver problemas, por ejemplo, de envío de información, pero en cuanto a que me ocupo de una misma cosa, que no ha variado jamás, que es averiguar lo que pocos saben para transmitirlo a los que más lo ignoran, mi inquietud principal se centra, ya ni siquiera en lo que ocurre, sino en cómo contar eso que sucede porque novedades como tales prácticamente no hay ninguna. Es otro partido de futbol, es otro asesinato, es otro acto de guerra, es alguna otra hazaña científica, pero siempre estamos hablando de lo mismo, lo único que ocurre es que cambian las circunstancias y los protagonistas. El gran reto que para mí es permanente es cómo contar la historia.

¿Le hace falta reinventarse al periodismo?
No, lo que le hace falta es que se sacuda más bien de lo que le sobra. ¿Qué le sobra por desgracia a muchos oficiantes? Pues que confunden la actividad periodística con la actividad, por ejemplo, de causa, el periodismo de causa.

El periodista está para otra cosa, el periodista no requiere adjetivos, por eso rechazo términos como periodismo valiente, periodismo comprometido, periodismo honrado. Yo no trabajo ni de deshonesto, ni de cobarde, ni de valiente, yo trabajo de periodista, en su mejor expresión —desde mi punto de vista—, que es la del reportero, que es estar siempre en la búsqueda de la materia prima del trabajo periodístico, que es la información.

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¿Hay prácticas actuales que demeriten a esta profesión?
Se da cuando el propósito es distinto del oficio periodístico, cuando se trata de quedar bien con alguna facción política, algún grupo de interés económico o quedar bien con la empresa, con los patrones. No, uno tiene que quedar bien con uno mismo a partir de estar seguro de que lo que hizo es de valor periodístico, esto es una decisión subjetiva, pero es como el oficio mismo, es libre… libertaria.

Ahora, el mejor periodismo es el que no admite réplica. Si tienes un desmentido, estás tronado. Si te desmienten de manera sustantiva. Yo me precio de no tener nunca un desmentido. Alguna vez hice un reportaje sobre la existencia de Juan Diego, y el Centro de Estudios Históricos Guadalupanos mandó una carta en la que decía que me había yo equivocado en el mes o el año de fundación del convento de Santiago de Tlatelolco, no me desmintieron la inexistencia de Juan Diego.

El presidente asegura que cualquier ciudadano puede ser periodista, que cualquiera es un medio de comunicación, ¿considera que es así?
Medio sí, pero no cualquiera puede ser periodista. Es tanto como —exagerando ese desatino presidencial— decir que cualquiera podemos ser o astronautas o ingenieros o albañiles o carpinteros. No, no es cierto, esa es una idea amable del presidente, pero pasar un chisme por las redes sociales no te hace periodista. Si aciertas, te hace una persona que fuiste de utilidad de manera fugaz para que mucha gente se enterara, por ejemplo, de un asalto en el Periférico o de la sobrevivencia de un limpiador de ventanas que haya caído desde 15 o 20 pisos. Es decir, pasar un chisme no te hace periodista, aunque el chisme sea maravilloso.

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¿Qué debe hacer un periodista frente a un gobierno que siempre dice tener otros datos y otras versiones?
Dar cuenta de lo que oficialmente se informa, pero contextualizar, aportando los datos que ponen en duda ese tipo de aseveraciones. Si alguien dice tener otros datos y tú tienes distintas fuentes, que pueden tener incluso distintos datos entre sí, pero mucho más consistentes porque te exponen una metodología, un periodo de investigación, la solidez del sustento de la información, estás obligado a darla. El periodista no es solo el transmisor de lo que sea sin dar contexto. A veces el contexto riñe en importancia con el texto.

¿Qué opina de expresiones como chairo, fifí o hampa periodística que emplea presidente?
Pues mira, no me gusta. Yo creo que el presidente por desgracia, teniendo declarativamente el propósito de pacificar el país, pues me da la impresión de que todos los días le echa un vaso de gasolina al encono. Le acaban de plantear si se comprometería a dejar de estigmatizar a los periodistas y él dice ‘yo no lo estigmatizo, yo respeto su actividad’. Los periodistas, dice, ‘no son mis enemigos, son mis adversarios’. Bueno, si el presidente ve la actividad periodística como de un adversario, pues está equivocado.

¿Cuáles son los males que enferman al periodismo mexicano?
Pues no estoy seguro, pero pudiera ser la mala formación de muchos periodistas o que algunos se ostenten como periodistas porque tienen un blog. Hubo un movimiento hace años muy fuerte en Veracruz pidiendo protección a los periodistas. ¿Sabes cuántos periodistas hay en Veracruz? 8,000 y pico, ¿protección para 8,000 y pico? No te alcanza con todos los policías del país y resulta que casi todos, más de 7,000, son blogs donde trabaja una sola persona. ¿Eso lo hace periodista? Alguno que otro quizá sí, ¿pero 8,000? La improvisación hace malos periodistas. No se diga todos aquellos que suponen que son periodistas porque tienen algo que opinar.

¿Hay corrupción dentro de los medios?
Sí, cómo no, y yo creo que actualmente se padece una forma de corrupción de la que poco se habla y poco se ha reporteado, sería otro de mis pendientes: la corrupción intelectual. Hay muchos comunicadores, se les dice, que estaban en la corriente de denostación del periodismo tradicional con algunos prejuicios específicos en contra de algunos medios y de algunos periodistas, y ahora esos comunicadores que eran críticos y que fueron afectos o adictos al movimiento lopezobradorista ahora trabajan en él y se callan todo lo que saben que como periodistas saben que pudiera tener validez informativa o periodística, y los medios de información del Estado mexicano se están volviendo pues medios de propaganda, y eso es muy delicado.

Esa parte de la corrupción me parece oprobiosa en mayor grado que si recibieran 10 pesos mal habidos, 10,000 pesos o 10,000 dólares. Es decir, la corrupción no es solo económica, también es intelectual.

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¿Y conductas misóginas dentro del medio?
Conductas misóginas en el medio, supongo que cuando se dan no son privativas del ambiente periodístico, sino que forman parte de una especie de cultura general, que por cierto no solo es en México, afectada de machismo. Hay algo que en el Manual hago notar mucho: no generalizar. Fíjate, quien generaliza absuelve porque es abstracta la afirmación de lo que se diga.

¿Hay un elefante dentro del cuarto del periodismo del que nadie quiera hablar?
No, no hay elefantes blancos. Ni la Iglesia, con todo lo que se ha destapado en el mundo de las iglesias. No hay, creo yo, temas tabú.

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