Un grupo de 400
El detonador de la movilización es la pérdida real de beneficios laborales que fue detectada por un grupo de policías federales que iban a ser transferidos, afirma Mario Arroyo.
“Todo surgió porque se iba a incorporar a aproximadamente 400 policías federales a la Guardia Nacional; estaban ya haciendo su trámite, cuando se les informó a estos 400 de las nuevas condiciones laborales y la pérdida de derechos adquiridos, eso fue lo que desató la protesta”, asegura.
Detalla, por ejemplo, beneficios como el tipo de jornada: “Los policías federales trabajaban 25 días y tienen cinco días de descanso”, cuenta, “porque la gran mayoría no son de la Ciudad de México y ganaron ese beneficio para que puedan convivir con sus familias”.
Este cambio en su situación laboral es lo que en su opinión da legitimidad a la protesta, a lo que se sumó un mal proceso de transición laboral.
“Sí tiene legitimidad, porque fue un proceso administrativo y de recursos humanos totalmente desastroso. No se cuidaron las formas administrativas, jurídicas y sobre todo laborales, de respeto a los derechos fundamentales del trabajador y hoy lo reconoció el secretario de Seguridad”, opina.
Arroyo resalta que no descalifica la integración de federales en la Guardia Nacional, pues recuerda que la misma Policía Federal fue creada con elementos de otras corporaciones, entre ellas la federal de caminos, la policía fiscal, del Cisen, pero principalmente de elementos del Ejército que primero fueron nombrados Fuerzas Federales de Apoyo.
“La Policía Federal no creció en el sexenio de Enrique Peña Nieto, a partir de 2013. Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador, y el secretario Alfonso Durazo, se abandonó la Policía Federal, pero eso no significa que fuera ineficiente”, argumenta.
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