Las organizaciones analizaron a las fiscalías a través de cinco ejes: marco jurídico, recursos, capital humano, procesos y resultados. Solo se analizaron 30 de ellas dado que aún hay dos estados (Baja California y Baja California Sur) que no cuentan con sustento legal para la creación de sus fiscalías; 11 no cuentan con autonomía, dado que el nombramiento y remoción depende del fiscal del estado, en tanto que 27 estados tienen un catálogo específico de delitos de corrupción.
Pero no son los únicos obstáculos que enfrentan las fiscalías. En el tema de recursos, se destinaron 808 millones de pesos para 25 de ellas, en tanto que 4 fiscalías operaron durante 2022 con un presupuesto inferior a 70 millones de pesos, mientras que en el tema de personal, el promedio nacional es de nueve policías de investigación y tres peritos en cada fiscalía.
“Queremos transmitirle a la ciudadanía que las fiscalías anticorrupción tienen encima uno de los trabajos más arduos que no es simplemente documentar y recopilar los casos de corrupción, sino investigarlos y llevarlos ante un juez con todas las implicaciones técnicas políticas e incluso de seguridad que esto puede representar para las fiscalías”, explicó Medina al señalar que es una una tarea muy ardua y en la mayoría de los casos no existen los elementos que necesitan para tener resultados de la “mayor excelencia posible”.
No obstante, hay aspectos positivos como que la mayoría de las fiscalías inician investigaciones de oficio, es decir que inician procesos sin que alguien ponga una denuncia sino desde el indicio de que es posible la existencia de algún hecho de este tipo ya sea por haberlo detectado o a través incluso de notas periodísticas, excepto Aguascalientes, Campeche, Chihuahua, Edomex, Sonora, Guerrero, Hidalgo, Tlaxcala, Nayarit y Querétaro.
Estefanía Medina también destacó que 23 fiscalías anticorrupción reconocen a instituciones públicas como víctimas y 22 reconocen a ciudadanos como víctimas de corrupción.
“Quizá esto que parecería de lo más lógico se vuelve muy importante en la práctica porque esto permite que los ciudadanos e instituciones incorporen información que es importante para las fiscalías, y que den continuidad a los procedimientos colaborando para que no se quede en hechos de denuncia sino que lleguen ante un juez y así puedan llegar a una sentencia o resolución del caso”, detalló.