JOLALPAN, Puebla.— Mayra Pacheco Díaz y sus hijas tienen dos años durmiendo a la intemperie. Una lona azul y cobijas forman un improvisado techo que cubre su cama, una de las pocas pertenencias que Mayra pudo rescatar de los escombros que dejó el sismo del 19 de septiembre de 2017 en su localidad.
Como esta familia, docenas más siguen viviendo en las calles de Jolalpan, un municipio ubicado de la mixteca poblana, la zona del estado que resultó más afectada por el temblor de hace dos años.
Hoy, el panorama en el lugar lo completan casas abandonadas que —según los habitantes— fueron entregadas a políticos que en realidad no las necesitan, así como viviendas en obra negra que muestran el deterioro de la localidad y que la ayuda prometida por las autoridades estatales nunca llegó debidamente hasta las personas damnificadas.