La Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) capitalina informó que la ciudad atravesó la “temporada de ozono” entre marzo y mayo sin que se activara la contingencia ambiental, ante la reducción de 45% en el monóxido de carbono y 34% en el dióxido de nitrógeno, componentes que participan en la formación del ozono.
Sin embargo, durante el resto del año la contaminación persistió pese al cierre de actividades por la pandemia de COVID-19 y la ciudad registró la única contingencia ambiental del 2020 por altos niveles de ozono el 11 de noviembre.
Los habitantes del Valle de México vivieron un total de 208 días con niveles superiores a los rangos considerados seguros de ozono, contaminante que tiene un 57% de origen en residencias, comercios y servicios –fugas de gas LP, combustión incompleta en estufas y calentadores, y el uso de productos como pinturas, perfumes, plaguicidas, lacas, en otros productos–, 17% en el transporte, 8% en la industria y un 18% en otras causas, de acuerdo con datos de Calidad del Aire del Gobierno de la CDMX.
En el caso de las partículas suspendidas, fueron 119 días con altos niveles de PM10, con un tamaño igual o menor a 10 micrómetros, partículas que tienen 53% como causa el transporte, 8% la industria, 3% en residencias, comercios y servicios, y 36% en otras actividades.
Mientras de PM 2.5 se registraron altas concentraciones durante 26 días del año, partículas con un tamaño igual o menor a 2.5 micrómetros, cuyo origen está vinculado en 56% con el transporte, 13% con la industria, el 4% con residencias, comercios y comercios, y 27% con otras causas.