“Brenda” compartió que, al ser sospechosa, el médico de la Secretaría de Salud le pidió no salir de casa ni ir a un hospital porque si realmente era portadora podía contagiar a alguien y en caso contrario, podría contraerlo.
Por su bien y por el de los demás, contó, decidió seguir las recomendaciones, así que le envió un mensaje a su supervisora para explicarle la situación y le dijo que no había problema que no acudiera a trabajar, pero que se le descontaría su día, pese a que era sábado.
En esos días llegó el kit con 1 termómetro, 28 cubrebocas, paracetamol para 14 días, gel antibacterial para 14 días y un instructivo de cuidados; lo que generó sorpresa de sus vecinos quienes pidieron sanitizar todos los espacios porque había riesgo latente de más contagios.
En seguimiento a su caso, personal de la Secretaría de Salud le llamó para decirle que si los síntomas disminuían era innecesario acudir al hospital a practicarse la prueba.
Con la declaración de la emergencia sanitaria, el gobierno federal canceló la realización de todas las encuestas, con lo que el Inegi daría por concluidos antes de lo previsto los contratos, por lo que les pidieron las mochilas y las herramientas que les habían entregado para realizar su trabajo, fueron advertidos de que si no lo entregaban serían denunciados por robo a la federación.
Pese a su confinamiento y a la emergencia sanitaria, su jefa Patricia le pidió acudir a las oficinas de Miguel Ángel de Quevedo por material porque ahora trabajarían en casa. Brenda no podía salir, así que una compañera se ofreció para apoyarla. Sin embargo, notó una actitud de molestia en su superior.