El espejismo de las estadísticas oficiales
El reporte celebra números que, aunque reales en su forma, pierden toda validez cuando se examina su contexto. Una reducción del 37% en homicidios es noticia positiva, pero solo si ese número refleja la realidad.
El problema es que no lo hace.
Las estadísticas oficiales miden únicamente lo que se denuncia, lo que se procesa, lo que entra en el sistema. Pero México tiene un enemigo silencioso llamado cifra negra: delitos que nunca son reportados, crímenes que quedan en la oscuridad, muertes que nadie documenta oficialmente.
Estudios de la Encuesta Nacional de Victimización y Confianza en la Instituciones Públicas (ENVIPE) han demostrado consistentemente que entre el 90 y el 95% de los delitos en México no se denuncian.
Esto significa que cuando el gobierno presenta una cifra de homicidios, esa cifra representa apenas un fragmento de la realidad. El reporte actual no menciona esto. Ni siquiera lo reconoce. Esta omisión no es inocente; es la diferencia entre análisis y propaganda.
Desapariciones Forzadas: El indicador que nadie quiere leer
Mientras el gobierno festeja capturas y decomisos, en todo el país hay familias buscando a sus desaparecidos. El reporte no menciona una sola cifra sobre desapariciones forzadas. Esta ausencia es reveladora. Según el Colectivo de Familiares de Desaparecidos en Coahuila y la Comisión Nacional de Búsqueda, hay decenas de miles de personas desaparecidas sin que el Estado tome acción decisiva. Las desapariciones forzadas son, quizás, el indicador más preciso de fracaso institucional: representan no solo la incapacidad del Estado para prevenir crímenes, sino su incapacidad o complicidad en investigarlos.
Cuando una persona desaparece, no llena un formulario de denuncia que después pueda contabilizarse como "caso resuelto". Las desapariciones crecen en silencio, fuera de los cuadros y gráficas que el gobierno exhibe. Son el fantasma que nunca aparece en los reportes porque eso sería admitir que el sistema entero ha colapsado en su función fundamental: proteger la vida.
El Plan Michoacán: Una curita en una hemorragia
El estado de Michoacán merece atención especial porque es donde el gobierno ha invertido mayores recursos y discurso político. El Plan Michoacán por la Paz y la Justicia es presentado como modelo de éxito. El reporte exhibe estadísticas que parecen impresionantes: laboratorios desmantelados, drogas aseguradas, detenidos.
Pero Michoacán sigue siendo uno de los estados más violentos de México. Entre 2024 y 2025, continúa siendo epicentro del crimen organizado, de las disputas territoriales, de las ejecuciones extrajudiciales.
Si el plan funcionara realmente, deberíamos ver:
a) reducción sostenida en desapariciones;
b) mejora en la capacidad investigativa de fiscalías locales;
c) institucionalización de la seguridad, no dependencia de operativos federales;
d) recuperación de espacios públicos y confianza ciudadana. Nada de esto sucede.
En su lugar, vemos operativos que generan titulares, decomisos que se reportan, pero que no traducen en ciudades más seguras ni instituciones locales más fuertes. Es cosmética de seguridad: lucir bien en el reporte sin resolver el problema de fondo.