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Política social y de seguridad. Líneas que el poder difumina a conveniencia

La frontera conceptual entre ambas políticas no se borra por ignorancia, sino por estrategia: confundirlas legitima la omisión gubernamental.
jue 23 octubre 2025 06:03 AM
Marcela-Figueroa
La política social y la política de seguridad no son intercambiables; son herramientas complementarias que, bien articuladas, pueden reducir la vulnerabilidad y la victimización simultáneamente, considera Alberto Guerrero Baena. (Foto: Andrea Murcia/Cuartoscuro)

El problema conceptual

En México existe una confusión persistente y políticamente costosa entre política social y política de seguridad: la primera orientada a reducir vulnerabilidades estructurales (pobreza, acceso a salud, educación, vivienda), la segunda centrada en la prevención, investigación y sanción del delito. Cuando ambas se mezclan sin claridad de objetivos ni coherencia técnica, la administración pública corre el riesgo de tratar problemas de seguridad —que requieren capacidades policiales, judiciales y de inteligencia— como si fueran únicamente carencias económicas resolubles con transferencias. Esta simplificación empobrece tanto la efectividad como la legitimidad de las intervenciones estatales.

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La falacia de la transferencia directa como seguridad

Las transferencias monetarias —condicionadas o no— tienen evidencia robusta de impactos positivos en la reducción de pobreza, consumo y algunas dimensiones de capital humano; no obstante, la literatura muestra que su efecto directo sobre la criminalidad es heterogéneo y, en ocasiones, ambivalente. Programas de largo alcance pueden reducir factores de riesgo asociados con la violencia (por ejemplo, privación económica), pero no sustituyen lo que es intrínseco a la política de seguridad: prevención situacional, control delictivo, fortaleza del sistema de procuración de justicia y reducción de la impunidad. Estudios experimentales y revisiones en América Latina y México señalan efectos mixtos de los CCT sobre violencia, incluidos efectos no previstos cuando las transferencias no se articulan con otras políticas públicas.

Derechos humanos: más allá de los números

Confundir gasto social con seguridad tiene consecuencias en derechos humanos. La reducción estadística de pobreza—que en los años recientes presenta mejoras cuantificables—no exime al Estado de garantizar derechos a la seguridad, al debido proceso y a la protección frente a violaciones por actores delictivos o por servidores públicos. La reforma constitucional en materia de derechos humanos y el marco normativo vigente obligan a que políticas públicas respeten, protejan y remedien derechos; por tanto, cualquier campaña que justifique la omisión de capacidades policiales o judiciales apelando solo a transferencias corre el riesgo de violar derechos de terceros (victimización no atendida) y de las propias poblaciones beneficiarias si quedan expuestas a riesgos sin protección estatal efectiva.

Complementariedad entre lo social y la seguridad

Una lectura sofisticada reconoce complementariedades: la política social reduce vulnerabilidades estructurales que aumentan la probabilidad de reclutamiento por grupos criminales o de comisión de delitos por necesidad; la política de seguridad, en cambio, aborda el mercado delictivo, la capacidad investigadora y la reducción de impunidad. Sin articulación, ambas pueden operar en paralelo con baja sinergia. Por ejemplo, aumentar transferencias sin fortalecer investigación criminal, seguridad comunitaria ni sistemas de justicia genera alivios temporales que no transforman estructuras de violencia ni redes criminales. Las buenas prácticas internacionales muestran que los programas efectivos combinan intervenciones económicas (empleo, escolaridad), políticas de prevención situacional (iluminación, diseño urbano), y reforma institucional (policía profesional, fiscalías independientes).

Hacia un modelo de intervención integral

Propongo un modelo integrado, de política pública, que se basa en cuatro pilares:

- Diagnóstico diferenciado y espacializado. Mapear pobreza multidimensional y riesgos de victimización para priorizar intervenciones combinadas donde coexistan ambas problemáticas (pobreza y violencia). (Instrumentar datos de Coneval/Inegi para focalización).

- Paquetes de intervención sincronizados. Diseñar “paquetes” regionales que combinen transferencias condicionadas a servicios (salud, educación, empleo), inversión en prevención situacional (infraestructura urbana, alumbrado, espacios públicos) y fortalecimiento institucional (capacitación policial, sistemas de investigación criminal, atención a víctimas).

- Mecanismos de gobernanza intersectorial. Crear instancias de coordinación entre secretarías de desarrollo social, seguridad, salud y procuración de justicia con metas e indicadores compartidos, rendición de cuentas y evaluación independiente.

- Protección integral de derechos. Cualquier paquete debe incorporar protocolos de derechos humanos: estándares para intervención policial, acceso efectivo a la justicia y reparación cuando proceda, así como mecanismos de participación ciudadana y transparencia en la gestión de recursos.

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Límites, intersecciones y responsabilidad estatal

La política social y la política de seguridad no son intercambiables; son herramientas complementarias que, bien articuladas, pueden reducir la vulnerabilidad y la victimización simultáneamente. Confundirlas políticamente —presentando transferencias como solución única a problemas de seguridad— erosiona derechos y limita la eficacia estatal. La evidencia empírica y las evaluaciones recientes exigen un enfoque integral: diagnosticar con datos, focalizar intervenciones, coordinar instituciones y velar por derechos humanos.

Solo así la intervención estatal podrá avanzar desde el alivio temporal hacia transformaciones sostenibles en bienestar y seguridad ciudadana.

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Nota del editor: Alberto Guerrero Baena es consultor especializado en Política de Seguridad, Policía y Movimientos Sociales, además de titular de la Escuela de Seguridad Pública y Política Criminal del Instituto Latinoamericano de Estudios Estratégicos, así como exfuncionario de Seguridad Municipal y Estatal. Escríbele a albertobaenamx@gmail.com Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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