La Ciudad de México, epicentro político y económico del país, enfrenta una crisis de seguridad pública estructural. A pesar de contar con más de 80,000 elementos policiales distribuidos en tres corporaciones principales, la percepción de inseguridad sigue siendo alarmante: según la ENSU 2025 del Inegi, el 62% de los capitalinos se siente inseguro en su colonia. Este desfase entre magnitud institucional y resultados efectivos evidencia un modelo de seguridad agotado, fragmentado y disfuncional. La ciudad opera con una policía que, pese a su tamaño, carece de articulación, investigación criminal sólida y liderazgo operativo eficaz.
Mando centralizado, Ciudad de México vulnerable

El laberinto policial capitalino
El sistema de seguridad pública de la Ciudad de México se sustenta en tres corporaciones que funcionan de manera paralela y descoordinada: la Policía Preventiva, la Policía Bancaria e Industrial (PBI) y la Policía Auxiliar (PA). Lejos de conformar un cuerpo cohesionado, cada una opera con estructuras, mandos y objetivos diferentes, lo que genera duplicidades y vacíos operativos.
La Policía Preventiva, dependiente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), concentra la mayor presencia territorial. Sin embargo, su accionar sigue centrado en la reacción inmediata y el patrullaje disuasivo, más que en la prevención o en el uso de inteligencia policial. La constante rotación de mandos, la débil formación técnica y la ausencia de evaluación de desempeño han derivado en una corporación visible pero poco efectiva. No existe una política clara de policía de proximidad ni de participación comunitaria, factores esenciales para recuperar la confianza ciudadana.
La Policía Bancaria e Industrial, concebida originalmente para resguardar instituciones financieras y oficinas públicas, se ha transformado en una suerte de empresa pública de seguridad privada, cuyos servicios se contratan por dependencias o particulares. Su integración con la estrategia de seguridad de la ciudad es casi inexistente. La PBI opera con protocolos propios y una lógica comercial que la desvincula del interés público. Esta autonomía de facto debilita la capacidad del Estado para construir una inteligencia operativa unificada.
La Policía Auxiliar, a su vez, cumple funciones híbridas: resguarda instalaciones públicas, eventos masivos y algunos polígonos residenciales, también bajo esquemas de contratación. Su dependencia de convenios externos ha distorsionado su misión original. Muchos elementos carecen de formación táctica y no se someten a procesos de evaluación estandarizados. En la práctica, la PA representa la privatización encubierta de la seguridad pública, fenómeno que debilita la rectoría estatal y genera desigualdades en la protección ciudadana.
La debilidad del mando local: alcaldías sin control
El diseño institucional de la Ciudad de México agrava la crisis. Las alcaldías, pese a ser el primer nivel de contacto con la población, no poseen mando operativo real sobre las fuerzas policiales. La Secretaría de Seguridad Ciudadana concentra las decisiones estratégicas, los recursos y la operación, reduciendo a las alcaldías a simples instancias de coordinación. Esto provoca una desconexión entre la gestión territorial y la respuesta policial.
En una metrópoli de más de nueve millones de habitantes y 16 demarcaciones con dinámicas criminales distintas, este modelo centralizado resulta obsoleto. La falta de mando mixto o coordinado impide diseñar estrategias adaptadas a cada territorio, lo que convierte a la seguridad en un esquema uniforme que no atiende la diversidad urbana ni social de la capital.
La gran ausente: la investigación policial
Uno de los vacíos más críticos en la seguridad capitalina es la investigación policial, un componente prácticamente incipiente dentro del modelo operativo. En la Ciudad de México, la investigación de delitos del fuero común —robos, lesiones, violencia familiar, entre otros— sigue recayendo casi exclusivamente en la Fiscalía General de Justicia, mientras que la policía mantiene un papel secundario, limitado a la detención en flagrancia.
Esta falta de desarrollo en capacidades investigativas impide la resolución efectiva de delitos y perpetúa la impunidad. La mayoría de los policías carecen de formación en criminalística, análisis de patrones delictivos o recolección de evidencia digital. No existe una unidad robusta de investigación policial dentro de la SSC que colabore de manera técnica y permanente con el Ministerio Público.
En otras ciudades del mundo, como Madrid, Bogotá o Santiago de Chile, la investigación policial es un pilar fundamental que articula la acción preventiva con la persecución penal. En la capital mexicana, en cambio, este componente apenas existe como figura administrativa, sin metodología ni presupuesto.
La falta de investigación también afecta la inteligencia criminal urbana. Sin datos consolidados, las estrategias se diseñan sobre intuiciones o reportes aislados. Esto explica por qué delitos de alto impacto —como el robo con violencia o la extorsión— persisten sin disminuciones significativas, pese al despliegue permanente de operativos. La seguridad capitalina necesita pasar de la presencia policiaca visible a la investigación profesional e informada.
Deficiencias estructurales y operativas
El sistema adolece de tres grandes debilidades: fragmentación institucional, escasa inteligencia y debilidad profesional. La información entre corporaciones no se comparte oportunamente, la tecnología se subutiliza y la cadena de mando carece de evaluación objetiva. El resultado es un cuerpo grande pero poco articulado, reactivo y dependiente del control político.
En lo laboral, la falta de una auténtica carrera policial desincentiva la profesionalización. Los salarios siguen por debajo del nivel de riesgo y la capacitación no garantiza ascensos por mérito. Sin una estructura de incentivos, la ética y el compromiso se diluyen.
Hacia un modelo policial integral y moderno
La Ciudad de México requiere una reforma integral de seguridad pública que unifique estructuras, fortalezca la investigación y recupere la confianza ciudadana.
- Integración institucional: La PBI y la PA deben incorporarse de manera formal a la SSC bajo un mando único, eliminando su carácter mercantil y estableciendo divisiones funcionales (preventiva, de proximidad e investigación).
- Desarrollo de la investigación policial: Crear una Dirección General de Investigación Policial, con formación técnica, analítica y científica, en coordinación con la Fiscalía capitalina. Su función debe ser procesar información criminal, fortalecer casos y reducir impunidad.
- Mando compartido con alcaldías: Establecer Consejos de Seguridad Local con facultades operativas, permitiendo a los alcaldes coordinar respuestas rápidas sin perder la supervisión central.
- Inteligencia y tecnología: Implementar un Centro Metropolitano de Análisis Criminal, que consolide datos en tiempo real de las tres corporaciones, la Fiscalía y el C5, para anticipar patrones delictivos.
- Profesionalización y dignificación: Reformular la malla curricular de formación del SESNSP para la Universidad de Seguridad de la Ciudad de México, donde la enseñanza y la carrera policial sea de nivel superior y los ascensos se basen en mérito y formación.
Conclusión
La seguridad en la Ciudad de México no puede seguir sostenida sobre estructuras desarticuladas ni corporaciones que operan como islas.
La ausencia de investigación policial y la fragmentación operativa mantienen a la capital en un círculo vicioso de impunidad y simulación.
Urge una reforma profunda, que unifique mandos, profesionalice la investigación y devuelva al policía su papel central como servidor público y no como vigilante sin rumbo. Solo con un modelo integral, moderno y tecnológicamente sustentado, la Ciudad de México podrá transitar del espejismo del control a la auténtica garantía del derecho a la seguridad.
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Nota del editor: Alberto Guerrero Baena es consultor especializado en Política de Seguridad, Policía y Movimientos Sociales, además de titular de la Escuela de Seguridad Pública y Política Criminal del Instituto Latinoamericano de Estudios Estratégicos, así como exfuncionario de Seguridad Municipal y Estatal. Escríbele a albertobaenamx@gmail.com Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.