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#ColumnaInvitada | ¿Por qué se corrompió la Marina?

La nota que prevalece es que la corrupción ha llegado a infiltrarse en espacios donde antes parecía impensable. Pero, ¿por qué asumimos como sociedad que esta institución sería incorruptible?
vie 19 septiembre 2025 06:04 AM
Aduanas frenan 2,937 intentos de huachicol fiscal en 8 meses
Si bien desconocemos los motivos de todas las personas que conforman la red de corrupción que se está investigando, es claro que estos no distan mucho de los de cualquier otra persona que incurre en actos de corrupción, apunta Emiliano Montes de Oca.

Uno de los aspectos más llamativos en el reciente escándalo de corrupción vinculado al llamado huachicoleo fiscal, es que la institución protagonista sea la Secretaría de Marina (Semar). Durante años, la Marina se había percibido como incorruptible, lo que la colocaba en las encuestas nacionales como una de las instituciones que generan más confianza entre la ciudadanía.

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La nota que prevalece es que la corrupción ha llegado a infiltrarse en espacios donde antes parecía impensable. Pero, ¿por qué asumimos como sociedad que esta institución sería incorruptible? ¿Acaso por su modelo vertical y castrense? ¿Por sus altos niveles de eficiencia? La realidad es que ninguna institución está exenta. Y la razón de ello es que no son las instituciones en sí las corruptas, sino las personas que las integran, quienes, ante condiciones de necesidad y de oportunidad, pueden verse tentadas a cometer actos de corrupción.

En lo que respecta al criterio de necesidad, Andrés Emiliano Valdez Huerta, en su libro Homo Corruptus: deconstruyendo el paradigma de la corrupción, analiza las motivaciones que llevan a una persona a cometer actos de corrupción. Al hacer un recorrido por diversas escuelas de pensamiento, tales como las de Maslow, McClelland y Freud, concluye que las motivaciones pueden ser internas o externas, y que responden a necesidades diversas. Estas van desde las más básicas, como la subsistencia, (por ejemplo, un policía o servidor público de bajo rango que, al percibir un salario insuficiente para mantener a su familia, acepta un soborno); hasta la necesidad de pertenencia a un grupo (cuando un servidor público es presionado para cometer actos de corrupción en una institución porque todos los demás lo hacen); o incluso de autorrealización (como el caso de un político que, pese a tener ingresos suficientes, continúa enriqueciéndose ilícitamente porque sólo en el dinero y en el poder encuentra sentido a su existencia). En todos los casos, el interés personal se antepone sobre el público, buscando satisfacer necesidades individuales de manera más eficiente, sin importar el carácter inmoral de sus actos.

Si bien desconocemos los motivos de todas las personas que conforman la red de corrupción que se está investigando, es claro que estos no distan mucho de los de cualquier otra persona que incurre en actos de corrupción.

En lo que respecta al criterio de oportunidad, en 2020 , el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, ordenó que la SEMAR, con apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), asumiera el control de las aduanas, tanto marítimas como terrestres. Esta decisión concentró un poder desmedido en ambas instituciones.

Además, como ya se ha mencionado en múltiples ocasiones , el gobierno de López Obrador optó por no fortalecer el único sistema de combate a la corrupción vigente en el país, el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Tampoco presentó alguna alternativa viable para enfrentar este fenómeno.

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En este contexto, un poder desmedido, combinado con una ausencia de controles y mecanismos de vigilancia, generó el terreno perfecto para que, una vez más, ocurriera un escándalo de corrupción.

Si bien resulta positivo que el actual gobierno atienda la corrupción en las aduanas y sancione a los responsables, no podemos dejar de lado una contradicción evidente: es el mismo gobierno el que ha desaparecido a la institución encargada de velar por la transparencia y ha debilitado la impartición de justicia. Con un SNA debilitado y sin una nueva estrategia anticorrupción que articule políticas de fiscalización, transparencia, rendición de cuentas y cero impunidad, los escándalos seguirán ocurriendo, en esta o en cualquier otra institución.

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Nota del editor: Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a Emiliano Montes de Oca .

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Tags

Opinión Corrupción Secretaría de Marina

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