Lamentablemente, a 7 años de la llegada de este gobierno, y a uno de su reafirmación en la sociedad, ni los partidos de oposición ni las plumas que tanto señalan los excesos y errores de estos dos gobiernos, han dado señales de un rumbo propio.
Son 7 años en los que simplemente no han trazado una ruta crítica de acción, ni han buscado un diferenciador real que, con propuestas concretas, permita voltear a ver alternativas a lo que hoy tenemos.
No ha habido una sola señal que permita ver que se han preocupado por entender que tienen nula legitimidad social, frente a la fuerza de gobierno más legitimada ante la sociedad que hemos tenido.
Tampoco una sola muestra de reflexión ante el mensaje tan crudo que les dio la sociedad en 2018, y que les refrendó con evidente vehemencia en 2024.
Y por supuesto no ha habido demostraciones de haber entendido ese mensaje, de pensar en todos los errores y excesos cometidos, y de reconocer sus equivocaciones para poder acercarse nuevamente a la sociedad, con humildad, y entender qué buscan en una alternativa viable a la 4T.
Después del grave error de manejar la campaña de 2024 bajo falsos supuestos de hartazgo de la gente con la 4T, y de una oleada inevitable hacia la oposición, no se lee en los comentócratas que tanto impulsaron la alianza opositora y la candidatura fallida de Xóchitl un reconocimiento de error, o siquiera duda de haber hecho lo correcto.
Sigue ausente un ejercicio de introspección para comprender por qué fue tan garrafal el error de 2021 de promover la alianza antinatura, y el subsecuente error de 2024 de mantenerla, y de impulsar la candidatura más endeble cuando se tenía en Beatriz Paredes a una candidatura muy distinta.
Parecen no ver la urgente necesidad de replantearse y reinventarse, de la mano con la sociedad, empezando por entenderla. Sin legitimidad, no importa cuánto se señale o se critique, ni cuánta razón se pueda tener sobre los errores de la 4T, nadie los escuchara fuera de su caja de eco.
Oposición, y plumas que los acompañan, parecen estar totalmente insertos en la famosa cita de Carlos Monsiváis: “O ya no estoy entendiendo lo que pasa, o ya pasó lo que estaba entendiendo”. El problema es no parecen tener el menor interés por entender, ni lo que pasa, ni lo que dejó de pasar.
Pensar en la oposición mexicana nos remonta a otro gran autor internacional, entre irlandés y francés, y particularmente a una de sus grandes obras. Parecen estar inmersos en Esperando a Godot, de Samuel Beckett.
Las conversaciones entre Vladimir y Estragón, los dos protagonistas de esta obra teatral, vacías, por momentos incongruentes, y otros momentos hilarantes pero sin sentido, caracterizan a la perfección lo que vemos en México.
Olvidan lo conversado, lo repiten, vuelven a olvidarlo para después cambiar de tema y repetir la dinámica una y otra vez. Así podemos imaginar las discusiones entre las dirigencias del PRI y el PAN, y sus acólitos columnistas.
La única constante de Vladimir y Estragón es que siempre están esperando a Godot. Sin moverse de donde están. Sin hacer mayor esfuerzo. Llegan a avisarles que, tal vez, vendrá mañana. Y deciden seguir en el mismo lugar, haciendo lo mismo: divagar, conversar, y hacer nada mientras llega.
Ante cualquier conversación que empieza a complicarse, sin llevarlos a ninguna parte, nuevamente la conclusión es: esperemos a Godot.
Un pasaje de la conversación podría resumir lo que, desde al menos 2018, parece pasar por la mente de quienes hoy sepultan al PRI y al PAN al tratar de pensar por qué los rechaza la sociedad:
“Yo no hacía nada.
Entonces, ¿por qué te pegaron?
No sé.
No, Gogo, mira: hay cosas que a ti se te escapan y a mí no. Debes saberlo.
Te digo que no hacía nada.”