Si la pregunta se refiere al porcentaje de población que vive en pobreza, ciertamente es mayor en zonas rurales (49%) que en zonas urbanas (32%); en Chiapas (67%) que en el EdoMex (43%) y en Guerrero (60%) que en la CDMX (24%).
Pero si la pregunta refiere a la cantidad de población que vive en pobreza, la respuesta cambia: es mayor en zonas urbanas (31.3 millones de personas) que en rurales (15.5 millones); en el EdoMex (7.4 millones) que en Chiapas (3.8 millones); en la CDMX (2.23 millones) que en Guerrero (2.17 millones).
En los primeros textos de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, que cumple su 10º aniversario en 2025, para clarificar esta diferencia y contestar “dónde hay más pobreza”, el dato era elocuente: en zonas rurales 2/3 de la población vivía en pobreza (67%) y en zonas urbanas vivían 2/3 de las personas pobres (67%). Después de un rato de confusión y asombro, la idea creo que quedaba clara.
Quedarse únicamente con los porcentajes deja fuera a la mayor parte de la población en pobreza. Con un “zoom” a la pobreza por municipio, quizá quede más claro.
Hay 250 municipios donde el porcentaje de pobreza es muy alto (más de 90%, en 25 de ellos es más de 98%), en esos municipios hay casi 3 millones de personas en pobreza. En cambio, hay 25 municipios (10 veces menos), donde viven 10.3 millones de personas (más del triple).
Más allá de sutilezas aritméticas o juegos de palabras, para actuar frente a la pobreza no basta actuar donde hay mayor porcentaje. Por décadas muchas políticas públicas han usado sólo los porcentajes y descuidado las cantidades. El índice de marginación de CONAPO refuerza esta confusión, pues las zonas aisladas y baja densidad poblacional tienen mayor grado de marginación, pero por lógica tienen poca población.
De ninguna manera pretendo que se infiera descuidar o minimizar la condición de la población que vive en las zonas de mayor marginación. El sentido de esta clarificación geográfica es entender ambas realidades. Se trata de evitar el olvido u omisión más frecuente: la pobreza urbana. Y algo más importante -pero que rebasa el espacio y propósito de este texto- entender que se requieren acciones distintas para atender las causas de la pobreza (urbana) que son diferentes a la marginación (rural).
Entender ambas realidades es muy importante pues no se trata de cifras o estadísticas. Son vidas de personas que no pueden ejercer sus derechos, son niñas, niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres adultas, personas mayores, que quedan atrapadas en “trampas de pobreza” producidas por barreras estructurales ajenas a su voluntad o mérito. Son situaciones de carencia que se podrían resolver con acciones públicas efectivas.
La pobreza urbana o rural, en el norte o en el sur, es una condición grave: significa carecer del ingreso suficiente para los bienes y servicios más básicos e indispensables para sobrevivir y además tener al menos una de seis carencias, también en su nivel mínimo: acceso a servicios de salud, vivienda sin hacinamiento y con servicios, alimentación suficiente y nutritiva, para no pasar hambre.