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#ColumnaInvitada | El retorno de “la paz mediante la fuerza”

Con todo y la debilidad del gobierno iraní, cada vez más impopular, débil, aislado y humillado, el presidente estadounidense Donald Trump no logró arrancarles una rendición incondicional.
jue 10 julio 2025 06:02 AM
Irán avisó que iba a atacar en Qatar, afirma Donald Trump
Donald Trump celebró que no haya habido muertos tras el ataque Irán a la base militar de Qatar.

La llamada guerra de los 12 días entre Irán e Israel (del 13 al 24 de junio 2025) ha pronunciado el retorno de una idea nefasta que se había buscado desterrar de la política internacional desde el siglo XIX, a saber, el uso unilateral de la fuerza para alcanzar cualquier objetivo político, incluyendo la paz. Tal como yo discutía hace algunos días en el portal de la Universidad Iberoamericana, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cree haber demostrado que con el uso quirúrgico y focalizado del bombardeo aéreo de su país sobre las plantas de enriquecimiento de uranio iraní -Fordo, Natanz e Isfahán-, ha logrado desmantelar el programa nuclear de los ayatolás e imponerles un armisticio.

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Sin embargo, aunque la operación aeronaval norteamericana conocida como “martillo de media noche” fue ejecutada con maestría y suficiencia, técnicamente impecable, involucró a más de 100 aviones, 14 bombas antibúnker y 30 misiles Tomahawk; la historia ha demostrado que ganar una batalla no implica ganar la guerra, o alcanzar sus objetivos políticos. En el caso de Vietnam, por ejemplo, el Ejército estadounidense nunca logró destruir la voluntad de lucha de la guerrilla del Viet Cong, e Israel tampoco logró, con la guerra de los seis días, resolver el problema palestino.

Ciertamente vivimos un momento de retórica triunfalista. Y ello, en el corto plazo termina siendo un nuevo problema. Pero no nos equivoquemos, las “guerras TikTok”, aunque eficientes y contenidas, no necesariamente resuelven las tensiones políticas de fondo, ni los agravios históricos; no generan condiciones de confianza y no ofrecen estructuras para una paz de largo plazo.

Negociar con Irán un acuerdo de máximos, cuyo punto de partida es la absoluta restricción nuclear, no podrá sostenerse en el tiempo. Con todo y la debilidad del gobierno iraní, cada vez más impopular, débil, aislado y humillado, Trump no logró arrancarles una rendición incondicional y Netanyahu no alcanzó tampoco estirar los objetivos militares al punto de apostar por el cambio de régimen como objetivo estratégico.

Defender que la operación militar se ha traducido de manera inmediata en éxito político es una mentira. La incursión estadounidense es ilegal en términos del derecho internacional (e incluso dentro de su propia legislación interna); su objetivo militar, entendido como la destrucción de la capacidad militar nuclear iraní-, no se ha comprobado y el líder supremo, Alí Jamenei, podría a sentarse a la mesa de negociación con la única intención de ganar tiempo.

Un informe recientemente filtrado por la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos afirma que el ataque militar solamente retrasó el programa nuclear iraní por algunos meses, mientras la Agencia Internacional de la Energía Atómica advirtió que desconoce el paradero de los cerca de 500 kg de uranio enriquecido al 60% que podría haber sido removido de las instalaciones bombardeadas. Tal como sostenía Clausewitz, hasta que la niebla de la guerra no se asiente, no se sabrá en realidad lo que se ha logrado y cuáles son las cartas que todavía guarda el régimen de los Ayatolás.

Por ello, para lograr una paz sostenible, el punto clave de la negociación está en resolver el problema político. Sin lugar a duda, el problema de fondo es evitar que, en medio de las tensiones que subsisten en la región, Irán reconstruya su arsenal balístico y su programa nuclear con el que amenaza la existencia de Israel, para lo cual será necesario poner sobre la mesa un acuerdo colectivo razonable, como por ejemplo, el establecimiento de un consorcio regional en el que participe también Arabia Saudita y permita a Irán y a todos los países del Medio Oriente hacer uso pacífico de la energía atómica, acompañado de un régimen efectivo de verificación y monitoreo.

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Para evitar que Irán adopte una postura más dura y a favor de la militarización, y se decante a favor del desarrollo económico, se tendría que pensar en la manera de evitar el estrangulamiento del régimen iraní, asolado por sanciones. Habría que reconocer que Irán tiene un papel relevante en los equilibrios regionales que puedan surgir en adelante, pues estamos hablando de un país de 90 millones de personas y un territorio de un millón y medio de kilómetros cuadrados, esto es 70 veces el territorio de Israel.

Hasta ahora, el triunfalismo de Trump y de Netanyahu sobre su campaña militar es tal que parecen haber logrado un éxito irreversible y se muestran convencidos del uso político de la fuerza. Sin embargo, el objetivo político no se ha alcanzado y difícilmente se logrará sin enfrentar las graves contradicciones que los actos ilegales y el uso del terror siguen causando. Actos que han sido utilizados por prácticamente todos los involucrados en la región, con el consecuente sufrimiento de miles de personas inocentes, atrapadas en medio de este largo e inacabable conflicto.

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Nota del editor: Laura Zamudio González es profesora e investigadora del Departamento de Estudios Internacionales (DEI) de la Universidad Iberoamericana (UIA), actualmente es titular de la Dirección de Formación y Gestión de lo Académico en la UIA. Escríbele a laura.zamudio@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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