La salud lo es todo. Eso lo sabemos bien quienes hemos pasado por algún episodio en que no se cuenta con los mejores momentos de sensación física. Y sin embargo es fácil olvidarse de que muchas enfermedades se gestan a base de una degradación paulatina que genera un malestar progresivo y eventualmente hasta la muerte.
El cáncer es letal

El comentario viene al caso para que se entiendan las dimensiones de acciones que se toman en la vida diaria de una nación y el destino que ello genera y supone. Al final del día un país también tiene signos vitales, diagnósticos de salud, y prescripciones para atender lo que sean posibles padecimientos. Y es que resolver los problemas de salud de una persona y de un país no es tan distinto, parten de un principio común que es conocer los orígenes de los malestares, hacer un buen diagnóstico, implementar las mejores medidas correctivas, y dar seguimiento para asegurar una recuperación de largo plazo.
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Si nos retrotraemos a mediados y finales de 2018, resulta bastante evidente que el diagnóstico de salud que se hizo de las condiciones del país por quien ganó las elecciones en ese entonces era bastante acertado. Se identificaron problemas específicos en materia de corrupción, inseguridad, violencia, bajo crecimiento económico, y disparidad social, entre otros. Se lucró con dicho diagnóstico para generar una narrativa electoral potente, y ante el descrédito de los demás partidos (y la entrega pactada del poder por la dupla Videgaray-Peña Nieto) la victoria se concretó. Pero a partir de entonces se ha venido consolidando una tragedia de proporciones épicas.
Hemos ya abordado en muchas ocasiones en estos espacios los enormes desatinos que se dieron en tantas y tantas materias y que han resultado en una devastación de instituciones y libertades como no se tenía referencia en ningún momento desde el México independiente en más de 200 años. El grave problema es que como toda fórmula populista, se aprovechan de un arribo democrático para luego utilizar la maquinaria de propaganda oficial para generar una narrativa que parezca alineada con ciertas prioridades de la población, pero siempre propiciando división y fragmentación de los habitantes para que lo que domine en la vida diaria sea ese conflicto entre distintos bandos. Polarizar, confundir, no aceptar responsabilidades y culpar de todo a los del pasado. Una fórmula antigua y, sin embargo, hoy tristemente vigente en muchos países del mundo.
En ese trayecto se han dedicado a infestar de enfermedades serias a las bases de organización del estado mexicano. Han sido muy eficaces en destruir lo que funcionaba y no generar nada bueno en su lugar. Pero hicieron algo para darle impulso a su movimiento, instituir programas sociales amplios que generan una derrama económica a grandes sectores de la población, con el enorme límite de que son dependientes absolutos de finanzas públicas. El problema entonces es lo que pueda pasar si la tesorería estatal deja de tener los saldos para hacer frente a estos pagos multimillonarios. Porque si se erosionan los recursos, entonces se limita lo que se pueda entregar mes a mes. Y si eso no sucede, entonces el escenario completo de su pseudo-gobierno se derrumba. Pequeño detalle.
Y es que para que el sistema de gobierno de la 4T permanezca, la entrega de recursos de programas sociales es la parte más relevante de todo su andar. Sin dinero no son sostenibles. No generan resultados. No son creíbles. No son sino unos bandidos que tomaron por asalto las arcas públicas y se las han acabado sistemáticamente a base de caprichos, obras faraónicas, y pésimas decisiones en la parte estructural y económica. Su “popularidad” depende por completo del suministro de efectivo en un pacto siniestro en que la población le tolera todos sus yerros a cambio de un pago mensual. Es el equivalente a que los beneficiarios hayan aceptado rentar el país contra el flujo mensual. Pero si arrendatario llega a dejar de pagar, entonces el acuerdo se extinguirá en forma abrupta. Se acabaría la fiesta.
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Es así que todas las fechorías se pagan. Regresemos entonces al origen para decir que lo que ha pasado en fechas más recientes se puede explicar utilizando la referencia a la condición de salud de un ser humano. Cuando una persona tiene malestares y se sabe el origen y magnitud de los mismos, la lógica supone que el tratamiento y medicinas serán las necesarias para atacar las enfermedades y recuperar la salud. Pero si en lugar de ello se procede a administrar la medicina equivocada, o peor aún se aplica una transfusión masiva de células cancerígenas, entonces el destino es de sumo peligro por la serie de enfermedades graves que esto puede generar. No es viable que la nación se sienta mejor si los que se deben encargar de su mejoría se encargan de descomponer su salud. Y lo hacen en forma intencional. Así no hay forma de salir adelante.
Ante este funesto escenario lo que se requiere es que constatemos la manera en que esas inyecciones de células cancerígenas se han venido administrando sistemáticamente. Los ejemplos abundan. Pero me quiero concentrar en algunos que son particularmente claros y muy preocupantes. Describirlos nos permite dimensionar el alcance de las decisiones subyacentes y el enorme despropósito en el uso de recursos públicos.
El tema de salud es revelador y doloroso. Llegando López Obrador se inauguró con la peregrina idea de matar el Seguro Popular y en su lugar generar un instrumento como el Insabi, para lo cual no había diagnóstico de como atender los temas de fondo. Ante el desastre que generaron (desabasto, hospitales deficientes, equipos faltantes, etc.) tuvieron que desaparecer el Insabi. Luego generaron una idea estrafalaria como la Mega Farmacia, otra ocurrencia que fracasó estrepitosamente. El resultado es una enfermedad crónica en todo el sistema de salud, mismo que hoy está básicamente colapsado. El resultado es que la salud pública no sirve en México. A base de declaraciones no desaparecen los temas sensibles.
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Otro ejemplo brutal es el caso del Poder Judicial. Bajo la premisa de adueñarse por completo de este contrapeso esencial y así provocar el erradicar que jueces pongan límites a las pésimas y arbitrarias decisiones del gobierno, decidieron derribarlos de raíz. El proceso involucró que se decidiera improvisar un sistema absurdo como el de una supuesta elección para posicionar a sus propias personas y quitar a todos los que osaron poner un alto a los abusos sistemáticos desde los otros 2 poderes. El resultado ya lo sabemos, una votación amañada, un voto ausente y sin sentido lógico, absoluta opacidad, y un proceso que mereció la crítica por muchos organismos serios en y fuera del país (incluyendo un reporte emblemático de la OEA). La suma fue un desastre total y la generación de una nueva clase de personas que tomarán sus cargos y erradicarán cualquier rastro de un poder autónomo e independiente. Una tragedia por donde se le vea.
Si a los puntos anteriores sumamos la complicidad del régimen con la delincuencia organizada, es más que claro que su estrategia de enfermedad profunda es muy seria. Es el caso que nos ocupa entonces que las recetas de actuación de Morena han consistido en hacer numerosas inyecciones de células cancerígenas al cuerpo nacional. El problema con esta enfermedad es que es silenciosa. Los efectos no son inmediatos, los dolores no son evidentes, pero las consecuencias son realmente graves. Para el momento en que duelan los órganos del cuerpo nacional por las malas decisiones acumuladas, el proceso será uno de deterioro serio de salud y de una sensación de muerte inminente. En estos supuestos, donde el efecto genera un evidente trastorno, es que nos vemos en una ruta de seria crisis económica. Las finanzas del país van que vuelan a una recesión importante, en gran medida provocada por la incertidumbre, la ineficacia y la imposibilidad de dar seguridad a las inversiones. La debacle será brutal para todos, pero particularmente para los que gobiernan pues ya hemos explicado sobre sus puntos débiles y exposición ante carencia de dinero.
Paradójicamente, los mismos que dependen del erario público para su supervivencia (para fondear programas sociales) se han encargado de generar una enfermedad letal con un cáncer múltiple al país. Literalmente habrán logrado un suicidio asistido porque le dieron muerte al paciente, el metabolismo en que todos vivimos pero que no aguanta tal nivel de impericia. Eso nos colocará a los ciudadanos con la enorme responsabilidad de resucitar al país, optando democráticamente por una vía contando en algunos meses con nuevas opciones para México. Urgente incursionar en esa ruta distinta al proceso de destrozo y muerte actual. Nos tocará sumar y salir de la narrativa y la ruta absurda en curso. Sí se puede, pero requiere de una gran unidad. Que nadie ose decir que no se puede.
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P.D.1. Las escenas de represión a connacionales en California duelen profundamente. El racismo y la discriminación que hoy se vive en EUA es la muestra palpable de como el populismo sigue haciendo daño y como la narrativa oficial puede pasar por encima de derechos humanos y sentido común. Esperamos no haya más desgracias y que no se siga deteriorando la situación de quienes simplemente quieren un trabajo digno que no se puede conseguir en su país de origen.
P.D.2. Gran consternación ha causado el ataque artero a la vida del Senador colombiano Miguel Uribe Turbay. No cabe duda que en Latinoamérica se está viviendo una terrible ola de violencia marcado por la intolerancia a la disidencia y la lamentable situación de recurrir a la violencia para callar voces incómodas. Cuidado con que eso se siga complicando en otras jurisdicciones, incluyendo en nuestro país que ya es muy inseguro.
P.D.3. Solidaridad total con el personal de los poderes judiciales que han sido objeto de la guillotina despiadada de un gobierno déspota como el actual. Me refiero en particular a todos los trabajadores que habían visto en el trabajo, desempeño y resultados una forma de escalar y tener movilidad social. Ahora se les ha cortado esa vía con la peregrina idea de que en lugar de capacidad lo que se premie sea la popularidad de quienes sean electos.
P.D.4. Aunque celebramos que finalmente la Presidenta Sheinbaum haya aceptado ir a la reunión del G7 en Canadá, no podemos dejar de hacer notar que el que se transporte en aviones comerciales resulta demagógico, peligroso e ineficiente. El caso es que no tener contacto permanente con autoridades en el país, tener que tomar vuelos con escalas, y poner en riesgo a pasajeros civiles, es innecesario e ineficiente. Una herencia absurda más por haber entregado un avión digno por el que seguimos pagando financiamiento aún no teniéndolo a la mano.
P.D.5. Tardía y pobre la reacción de los órganos gremiales de abogados ante la debacle del Poder Judicial. Al igual que la mayoría de los organismos empresariales (con la casi única excepción de Coparmex), el silencio, la apatía, y la indiferencia de quienes deberían haber hecho mucho más por lo que estaba en riesgo, pues hoy vemos en retrospectiva como se sujetaron al mandato autoritario. No han cumplido con sus obligaciones esenciales de defender a sus agremiados y a la sociedad en general.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.