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#ColumnaInvitada | Las lecciones del actual desorden en el sistema internacional

La frontera es el punto de orientación que sustenta buena parte de los conflictos desde hace milenios hasta la actualidad.
mar 24 junio 2025 06:03 AM
FILE PHOTO: U.S. President Donald Trump meets South African President Cyril Ramaphosa at the White House
Desde la llegada de Donald Trump en su primera gestión, ya se anotaba un primer asalto de la potencia a las reglas e instituciones surgidas de la Segunda Guerra Mundial, apunta Javier Urbano Reyes.

Las viejas y apasionantes polémicas sobre la capacidad del ser humano para lograr la paz o la naturaleza conflictiva de la persona han llenado el debate durante milenios. La permanente búsqueda de las naciones de un sentido de futuro o la necesidad de la reconstrucción de un pasado es una angustia presente que está imbricada en la propia naturaleza del sistema de naciones desde que hace más de 7,000 años iniciaron los procesos de fronterización, de construcción de las delimitaciones territoriales y con ello, la confrontación con otros proyectos, otros objetivos y otras obsesiones.

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La frontera es el punto de orientación que sustenta buena parte de los conflictos desde hace milenios hasta la actualidad. Dicho de otra forma, el conflicto y la paz como este dilema humano se refleja en la evolución de los conflictos entre los estados.

La búsqueda de la nación y el choque con proyectos similares es un fenómeno evidente en la última década. Desde la llegada de Donald Trump en su primera gestión, ya se anotaba un primer asalto de la potencia a las reglas e instituciones surgidas de la Segunda Guerra Mundial. El cuestionamiento al Derecho internacional, a las normas para la lucha contra el genocidio, las reglas del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y la desautorización a instituciones tan relevantes con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), son posiciones evidentes en su primer mandato y que se manifiestan con mayor virulencia en el segundo gobierno de Donald Trump.

Dos o tres eventos han fortalecido la convicción del actual inquilino de la Casa Blanca de derribar el orden actual. La emergencia y posicionamiento de partidos de extrema derecha, antisistema y anti migrantes en decenas de parlamentos nacionales de los principales países del sistema global han dado argumentos para que Trump empodere a los partidos xenofóbicos y racistas en el mundo, a la vez que los propios partidos que ya tienen un papel relevante en la política nacional de sus respectivos países confirmen la narrativa trumpiana de que el actual sistema ya no funciona.

Los conflictos entre Rusia y Ucrania, y el permanente desarreglo en Medio Oriente, que parece ser más rentable para ciertos actores en cuanto más desorden e incertidumbre existe, no hace más que confirmar, como lo fue en la construcción del sistema post guerra, que el orden estará definido en gran medida por los intereses y objetivos de las grandes potencias, especialmente aquellas que tienen capacidad de imponer por la fuerza, las armas y el comercio, una nueva estructura que represente a las naciones líderes, sus socios estratégicos, dejando fuera a los países que son prescindibles y los cuales, nuevamente, quedan fuera de la discusión sobre un sistema fundado nuevamente sobre la fuerza, la tensión y la amenaza.

Frente a este discurso dominante, las otras naciones podrían proponer un orden basado en la negociación y la cooperación, como dos de los pilares sobre el que se fundaría un mundo en dirección hacia la paz, entendida ésta como un proceso y no como un fin. Hoy, esta propuesta está totalmente descartada.

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China, Estados Unidos, Israel, Rusia lideran, con sus medios, un proceso que se dirige hacia la formación de un nuevo orden. Sus resultados aún son muy inciertos pues la cronología de los Trump, Putin es limitada. No tenemos certeza del papel que habrán de asumir actores como la Unión Europea, perdida en su falta de voz propia; o de actores medios como Canadá, Brasil, India o incluso México.

El hecho en estos tiempos es que la fuerza, las armas y la amenaza priman como orientadores en el mundo. Buscar nuevas alternativas y narrativas al orden de la guerra, recae en muchas de las naciones que no están en el ajedrez actual, México entre ellos.

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Nota del editor: Javier Urbano Reyes es profesor e investigador en el Departamento de Estudios Internacionales (DEI) en la Universidad Iberoamericana (UIA), académico de la Maestría en Estudios sobre Migración en el DEI-UIA. Escríbele a javier.urbano@ibero.mx Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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