De acuerdo con un informe de ONU Mujeres, todos los países de América Latina, excepto Cuba y Haití, han aprobado leyes que penalizan el feminicidio; sin embargo, recientemente el presidente de Argentina, Javier Milei, confirmó la intención del Gobierno de eliminar del Código Penal la figura del feminicidio, bajo el argumento de “la igualdad ante la ley”.
#ColumnaInvitada | La delgada línea que distingue el feminicidio del homicidio

En ese contexto latinoamericano, la violencia de género en México se ha convertido en un tema de creciente preocupación desde una perspectiva social, económica y empresarial. La confusión entre homicidio y feminicidio es un fenómeno que, aunque puede parecer un matiz semántico, tiene profundas implicaciones en la justicia y, por ende, en la estabilidad social y económica del país. Para quienes están inmersos en el mundo de la economía, las finanzas y el emprendimiento, entender esta distinción es crucial para fomentar un entorno más seguro y para contribuir a un futuro más justo y equitativo.
El homicidio, en términos generales, se refiere a la muerte de una persona a manos de otra, sin importar el contexto o las circunstancias. Por otro lado, el feminicidio es un término que se utiliza para describir el asesinato de una mujer por razones de género, es decir, cuando la violencia está motivada por el hecho de ser mujer. Esta distinción es fundamental, ya que el feminicidio implica la pérdida de una vida y refleja un patrón de violencia sistemática y estructural que afecta a las mujeres en nuestra sociedad.
La falta de claridad en la clasificación de estos delitos ha llevado a que muchas fiscalías desestimen la investigación de feminicidios, tratándolos como homicidios comunes. Esta tendencia minimiza la gravedad del problema y perpetúa un ciclo de impunidad que afecta a las víctimas y a sus familias. La falta de atención a los feminicidios se traduce en una justicia ineficaz, donde los culpables a menudo quedan sin castigo, lo que a su vez alimenta un clima de inseguridad y desconfianza en las instituciones.
Desde una perspectiva económica, la violencia de género tiene repercusiones significativas. La inseguridad y la impunidad generan un ambiente poco propicio para el desarrollo empresarial y el emprendimiento. Las mujeres, que representan una parte fundamental de la fuerza laboral y del potencial emprendedor del país, se ven afectadas por esta violencia, lo que limita su participación en la economía. La falta de justicia en casos de feminicidio no sólo afecta a las víctimas, sino que también tiene un impacto en la productividad y el crecimiento económico del país.
Mirando hacia el futuro, es imperativo que tanto las autoridades como la sociedad civil tengan presente la delgada línea que distingue el feminicidio del homicidio. Esta distinción es crucial para la correcta impartición de justicia, además de ser un paso necesario hacia la construcción de una sociedad más equitativa. La implementación de políticas públicas que aborden específicamente la violencia de género y que fortalezcan las capacidades de las fiscalías para investigar y procesar feminicidios es esencial. Esto contribuirá a la justicia para las víctimas y enviará un mensaje claro de que la violencia contra las mujeres no será tolerada.
Para los profesionales en el ámbito de la economía y los negocios, esta situación presenta una oportunidad para involucrarse en la lucha contra la violencia de género. Las empresas pueden desempeñar un papel activo al promover políticas de igualdad de género en el lugar de trabajo, así como al apoyar iniciativas que busquen erradicar la violencia contra las mujeres. Invertir en la seguridad y el bienestar de ellas es un imperativo moral y una estrategia inteligente desde el punto de vista económico. Un entorno más seguro y equitativo es fundamental para el crecimiento sostenible y la prosperidad de un país.
En conclusión, la confusión entre homicidio y feminicidio en México es un problema que va más allá de la terminología. Es un reflejo de la cultura latinoamericana, que ha normalizado la violencia de género de manera estructural, incluso, a través de la invisibilización del feminicidio. En pleno siglo XXI, es momento, no sólo de tomar las calles el 8M y marchar por las que ya no están, sino de tomar cartas en el asunto con la finalidad de erradicar, de una vez por todas, la violencia contra las mujeres en nuestro país.
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Nota del editor: Alba Yaneli Bello es jueza de distrito. Síguela como @Lalicbello Las opiniones publicadas en esta columna corresponde exclusivamente a la autora.