La nueva presidenta Claudia Sheinbaum tiene frente a sí el reto de gobernar para todas y todos, incluidos aquellos que no votaron por ella, aquellos que dudan, que temen o que se oponen abiertamente. En un México tan desafiante y diverso, donde podríamos enumerar grandes retos en todas las áreas de la vida social, política y económica, hay dos que bien podrían ser la base de un gobierno diferente.
En primer lugar, ver y escuchar a aquellos que no coinciden con ella, se antoja quizás el reto más grande. La tentación de validar toda decisión a partir del enorme respaldo del voto popular en las urnas será una constante, pero un país como el nuestro no puede olvidar a los disidentes. Los que se sienten olvidados no necesariamente están siendo representados por la 4T. Y no me refiero a los “conservadores” o los detractores del gobierno. Se trata de grupos poblacionales que -como los familiares de los desaparecidos, las víctimas de violencia de género, los defensores del medio ambiente o las comunidades más alejadas -mantenían la esperanza de saldar con el gobierno saliente la dolorosa deuda de seguridad en nuestro país. Los desposeídos de esperanza reclaman ser vistos, encontrar empatía y respuesta. Una deuda de justicia. Un reto de visibilidad y atención.
En línea con esta deuda está la seguridad. Ésta por sí misma representa la amenaza más grande a la estabilidad y la gobernabilidad del país. Adicional a ello, la estrategia en este rubro presenta complicaciones: estará liderada por una mujer en un país que sigue siendo profundamente machista, con unas fuerzas armadas cada vez más poderosas y un aparente desprecio por los problemas que se dispersan con rapidez por el país.
La seguridad requiere de atención, ingenio y una líder que tenga claridad sobre la línea de acción que permitirá a nuestro país salir del control de grupos organizados en regiones como Sinaloa. Esta problemática requiere mucha más inteligencia que sólo mano dura, es una deuda que lastima al país desde varios frentes: la impunidad, la corrupción o la ausencia de justicia son a la vez, causa y saldos de la inseguridad. Incluso a veces, estrategias de supervivencia. De ahí la urgencia de su atención, y lo retador de su urgencia.