Se asume que la influencia que tendrá la próxima presidenta del país no le alcanzará más que para darle continuidad al proyecto que comenzó a hilvanar el presidente Andrés Manuel López Obrador. Cabe la pregunta de si eso no es constreñir desde el origen la capacidad que pueda tener Claudia Sheinbaum. Es decir, ¿no será que la presidenta electa pudiera encabezar un gran proyecto que fuera más allá del segundo piso de la Cuarta Transformación, que fuera incluso una especie de “Quinta Transformación”?
#Oteador | México 2030: ¿una Quinta Transformación?
La aprobación de la reforma judicial, con tanta prisa, se ha pensado como una especie de regalo o de ofrenda para el líder fundador del movimiento. Pero también pudiera esconder la idea de que Sheinbaum no tiene la capacidad aglutinadora ni de gestión de conflictos suficiente como para hacer frente a la aprobación de una reforma de gran calado, como es ésta, una vez que López Obrador se encuentre en retiro o, por lo menos, no ocupando ya la Presidencia.
Lo interesante, en todo caso, es lo que vendrá después, la etapa siguiente a la de Sheinbaum. Se presentan tres escenarios que vale la pena plantear a días de que comience un nuevo sexenio:
1. En 2030 habrá continuidad al proyecto de la 4T con un final de sexenio en el que la evaluación del desempeño del gobierno de Sheinbaum y su equipo es positiva. No necesariamente en los niveles de AMLO, pero sí por lo menos poco arriba del 50%, lo que le permite perfilar una elección presidencial con posibilidades de sostener a Morena y sus aliados en el poder.
2. La oposición logra reconstituirse en poco tiempo y tiene un buen contingente legislativo en los comicios intermedios de 2027 que da fin a la mayoría calificada que actualmente ostenta el oficialismo en el Congreso. Con esa inercia, PAN y Movimiento Ciudadano, en mucha menor medida el PRI, logran obstaculizar el desempeño del gobierno federal y se enfrenta un final de sexenio complicado en el que los resultados de la sucesora de López Obrador se ponen en duda, especialmente en ámbitos como la seguridad, la salud (no se logra el convencimiento de que se está al nivel de Dinamarca) y el combate a la pobreza.
Contribuyen a este desprestigio una mala instrumentación de la reforma judicial y el extrañar los organismos constitucionales autónomos que se debilitaron, transformaron o eliminaron. Una concentración de poder en el Ejecutivo sin resultados.
3. Si bien los escenarios anteriores son más o menos previsibles, existe uno que tiene que ver con el descuelle de nuevas figuras de la 4T, entre las que se encuentran Luisa María Alcalde, la secretaria de Gobernación que desde hace tiempo se venía comportando como dirigente nacional del partido (lo que se confirmó en la asamblea morenista de ayer), y Andrés Manuel López Beltrán, el segundo hijo del presidente, quien este domingo se convirtió en secretario de Organización del partido fundado por su padre.
Pudiera ser que después de 2030 más que de continuidad se hable, incluso, de una nueva etapa en la transformación del país: una quinta. Dependerá de la capacidad de generación de nuevos liderazgos carismáticos que sustituyan, con una fuerza parecida, a López Obrador. Ya se verá.
Por lo pronto, los balances del sexenio comenzarán a agolparse, y constituyen, sin duda, ejercicios muy relevantes. Pero también son necesarios los ejercicios de prospección, de generación de escenarios futuros. Porque más allá del fracaso de un grupo u otro, lo que está en juego es el desarrollo democrático, y también social y económico, del país.
Para quienes no concuerden con los resultados de la Cuarta Transformación, está la elección intermedia como oportunidad para manifestar su inconformidad. Para quienes decidan seguir respaldando el proyecto, también lo podrán hacer en esa coyuntura. Hay que agregar, por cierto, una variable más: la posibilidad de que se tengan nuevos partidos políticos.
Se asoman al menos dos, uno situado a la ultraderecha del espectro ideológico, encabezado por el amigo de Donald Trump y actor Eduardo Verástegui, y otro de centro-derecha, como reminiscencia de la marea rosa. El espacio a la izquierda no parece tener contrincante a la vista, es ahí donde luce con mucha potencia Morena, que no ve quien le haga sombra, la misma que en su momento le hizo al PRD y acabó por desbancarlo.
Fue hasta los últimos días del sexenio obradorista que se aceptó abiertamente la participación del hijo del presidente en la toma de decisiones de Morena. Es una señal que opaca el brillante ascenso que parecía tener Luisa María Alcalde rumbo a tomar las riendas del partido. Pero también puede ser, quizá, una señal de que, tras la continuidad de Sheinbaum, se esté pensando en que la transformación aspire a superarse a sí misma en una nueva etapa: ¿una quinta transformación?
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Nota del editor: Javier Rosiles Salas ( @Javier_Rosiles ) es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.