No hay duda que estamos en un momento de grandes definiciones, y por la situación prevaleciente en el país hay solamente dos sopas (Brozo y Max Kaiser dixit). Y es que hemos llegado a esta recta final del proceso electoral y hay que dejar claro cuáles son las alternativas a considerar. No podemos vacilar ante los riesgos e impacto de lo que viene el 2 de junio. Tenemos que abrir bien los ojos y entender las opciones que se nos presentan.
#ColumnaInvitada | ¡A ganar todo!
Por un lado tenemos a quien propone repetir la dosis del sexenio actual, aduciendo que pueden seguir infringiendo normas, pisoteando derechos, abusando del presupuesto, y en general prolongando el engaño de un populismo rancio que de continuar muy probablemente nos dejaría pauperizados económica, social y políticamente. Una transformación estéril que lo único que puede lograr es dejarnos desprovistos de libertades e instituciones, derribar contrapesos, y prepararnos para una vida de una enorme división y profunda polarización. Como se le quiera ver una ruta perdedora en que solamente ganan los adeptos al poder, a la corrupción, y a la permanencia en sus privilegios espurios. Votar por esta opción implica firmar el acta de defunción de nuestro país. Así de claro y de trágico.
Por otro lado tenemos la propuesta de un gobierno de coalición que es el resultado del impulso ciudadano que el año pasado abrió la posibilidad para que los partidos de oposición dejaren a un lado sus tradicionales acuerdos cupulares y en su lugar se propiciara un método que permitiera que con apertura y participación de la ciudadanía se escogiera a quien mejor pudiera representar las grandes demandas populares. El que ahora parece lejano Frente Amplio por México fue la plataforma en que de varias decenas de personas que se apuntaron surgió finalmente la finalista y abanderada que hoy conocemos, Xóchitl Gálvez Ruiz. Ella es quien representa la fórmula para amalgamar las expectativas de una ciudadanía libre y viva que no se ha quedado pasiva ante el abuso y atropello permanente del actual sexenio.
Aunque existe nominalmente un candidado designado por MC, debemos dejar claro que se ha posicionado como un vehículo para satisfacer intereses propios, como un partido acomodaticio, como una fórmula para simplemente darle sentido a los deseos de poder de sus líderes antiguos, y en el fondo como un títere para pretender favorecer a Morena y así redituar de pactos de colaboración de enorme daño ante la emergencia que vivimos. En MC en los hechos se da el fenómeno del tonto útil que dice querer abrir oportunidades a nuevas figuras, y que en el fondo solamente lesiona el rescate nacional en aras de prioridades mezquinas y compromisos de imposible legitimidad. Una puerta falsa que no merece atención alguna.
Hablando de la candidata de la ciudadanía, de lo que ha significado la lucha por libertades e instituciones, no podemos soslayar la relevancia de lo que desde la ciudadanía se ha hecho por evitar daños estructurales, por proteger instituciones, por preservar libertades, y en la ocasión más reciente, por hacer pública la promesa de cumplir con las demandas ciudadanas en las concentraciones que en el Zócalo y más de 100 plazas en el resto del país y el extranjero nos dimos cita el reciente domingo 19 de mayo. El momento fue crucial para lograr energizar a las bases y dejar claro que el triunfo electoral es un hecho consumable en la medida que abordemos el proceso con una ola de participación del electorado que debería llegar y rebasar al 70% de la lista nominal. El triunfo le pertenece a la mayoría electoral.
Para recordar y ratificar lo que los ciudadanos expresamos ese 19 de mayo, recojo algunas de las frases y expresiones que hicimos en la ocasión de estar en las calles hacia y desde el Zócalo: ¡INE escucha, la democracia es nuestra lucha! ¡El pueblo lo invoca, el voto libre no se toca! ¡Hoy inicia la marcha a las urnas con justicia! ¡Tribunal electoral, la confianza es esencial! ¡Venimos de rosa, con mente honrosa! ¡Vallas de metal, mente criminal! ¡No diste el ancho, ahora a tu rancho! ¡Nos quieren callar, nosotros a votar! ¡Te escondes en Palacio, este es nuestro espacio! ¡Gobierno de coalición, ahí está la solución! ¡Nos quieren callar, jamás vamos a Claudicar! ¡Estamos en la vía pública, defendiendo la República! ¡No somos 10, no somos 100, somos un friego, cuéntanos bien! ¡Se ve, se siente, Xóchitl presidente!
Así es que ahora sí ya nos enfilamos al día de las grandes definiciones. El domingo 2 de junio habremos de consumar el gran rescate de la nación para evitar que el autoritarismo se apodere de nuestras vidas. Ese día será menester hacer a un lado las diferencias de otros momentos, tendremos que salir como una sola fuerza que entienda que ante la adversidad, ante la casa en incendio no cabe el examen del color de las mangueras para apagar el fuego. Que tenemos una propuesta de gran valor con Xóchitl y la coalición para dar una batalla ejemplar, y que ante las grandes adversidades México se defenderá como un enorme conglomerado ciudadano imbatible. Será justamente la dimensión y poder de los ciudadanos libres y conscientes los que logren la gran hazaña de derrotar una elección de estado, un gobierno de ladrones, una banda de impresentables aliados con la delincuencia organizada, y un personaje que pasará a la historia como uno de los peores presidentes de los que se tenga noticia en la historia del país y del mundo. Para lograr todos estos objetivos se requiere así la suma de voluntades para que a lo largo y ancho del país todos aportemos nuestro granito de arena y demostremos que tenemos la madurez colectiva para no ceder ante el engaño y el abuso populista, y votando temprano y masivamente, sabremos que en efecto a México le esperan tiempos mejores. Y además habremos de mostrar la voluntad y deseo de cambio saliendo a votar todos de rosa. Así se notará en todo el país la gran fuerza que visiblemente se opuso al abuso y rescató a México del abismo autoritario. Esta será sin duda la Marea Rosa más visible e importante, y habremos de romper todos los récords de participación pública en una elección. Así será la definición masiva de un éxito por la patria. Nada ni nadie parará la voluntad democrática.
Evidentemente es importante ganar la Presidencia con Xóchitl y estoy convencido de que así será, pero debemos de tomar en cuenta que debemos apoyar los esfuerzos de miles de personas que han estado dando una batalla ejemplar para que en municipios, congresos locales, gobiernos estatales y en el congreso federal logremos recuperar espacios para sacar a quienes tanto daño han hecho y se atreven ahora a señalar que quieren hacer más de sus tropelías. Por todo lo anterior es que estamos seguros de que la razón y el gran rescate nacional va a prevalecer, y que no es iluso atrevernos a decir que vamos ¡a ganar todo!
Por cierto y como corolario, debo decir que muchas personas me preguntan qué vamos a hacer después del proceso electoral del 2 de junio. Mi respuesta es muy sencilla y precisa. En la lucha por la defensa democrática sucede lo mismo que cuando uno se sube a una bicicleta, la única forma de no caerse es jamás dejar de pedalear. Y es que así debe ser. Nunca más dejaremos de actuar porque sin importar quien esté en el gobierno a cualquier nivel, es indispensable que siempre estemos alerta, pendientes y actuando. No hay que dejar esos espacios pues los ocupan quienes quieren abusar. Mucho de lo que ha sucedido de mal en éste y otros sexenios fue resultado de no entender el papel crítico de tener una ciudadanía activa, vigilante y exigente. Pero eso ya lo tenemos muy claro y por ello jamás dejaremos de marchar y demandar. Eso lo deben tener patente todos los que ocupen un cargo público, sin importar a qué partido pertenezcan. Nunca más estarán sin vigilancia y escrutinio ciudadano. Nos costó mucho entender la importancia de estar activos, pero ahora no nos baja del ciclismo ciudadano nadie. Los populistas se extinguirán al perecer el engaño de una retórica falsa y deshonesta. Ahora siempre habrá luz ciudadana para erradicar la opacidad. Se acabaron las fanfarronerías de una buena vez.
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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es miembro del Consejo Directivo de UNE México y de la red de Unid@s. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.