Está por cumplirse un mes de que arrancaron formalmente las campañas presidenciales del 2024, pero la inercia que se gestó durante los meses previos parece seguir siendo la que marca la pauta del proceso electoral. Según el poll of polls de oraculus.mx , a siete meses de que se definieron las candidaturas de la coalición oficialista y la alianza opositora (de septiembre de 2023 a marzo de 2024), la evolución de las preferencias efectivas muestra muy poco cambio: Claudia Sheinbaum oscila entre 60 y 63%; Xóchitl Gálvez, entre 27 y 34%; y la candidatura de Movimiento Ciudadano, entre 6 y 10%. Asumiendo un margen de error promedio del +/-3.5%, el movimiento en la intención de voto tiene la forma del electrocardiograma de un cadáver.
El arroz no está cocido… pero tampoco está crudo
De hecho, si se analiza no por candidaturas sino por agregados partidistas en un periodo más largo (no de siete sino de 31 meses), el comportamiento es muy parecido. Entre septiembre de 2021 y marzo de 2024, Morena+PVEM+PT fluctúa entre 57 y 64%; PAN+PRI+PRD, entre 31 y 39%; y MC, entre 4 y 6%. Lo dicho: lo que más llama la atención es la estabilidad de las preferencias.
Entiendo, y hasta cierto punto comparto, el escepticismo que se ha generado en torno a las encuestas. Algo mueve profundamente al escepticismo, por ejemplo, cuando en un mismo mes (apenas en febrero pasado) Altica registraba que el margen de ventaja de Sheinbaum sobre Gálvez era de 15 puntos (50-35); Buendía y Márquez ubicaba la diferencia en 23 puntos (59-36); Simo consignaba que ascendía a 35 puntos (60-25); y De las Heras Demotecnia reportaba que ese margen era ¡de más de 50 puntos! (67-15). No estoy de acuerdo, sin embargo, con llevar ese escepticismo hasta el extremo de generalizar como si todas las encuestas se hubieran vuelto irrelevantes o ya no se pudiera confiar en ninguna. Hay diferencias dentro de la industria, algunas encuestadoras tienen mejor historial, más consistencia y rigor que otras.
Más allá de esa discusión, además, actualmente todas las encuestas coinciden en que: 1) Claudia Sheinbaum es puntera; 2) tiene una ventaja de doble dígito; 3) Xóchitl Gálvez no está creciendo lo suficiente como para suponer que vaya a estar en condiciones de darle alcance.
La competencia lleva mucho tiempo, las preferencias lucen muy estables y quedan poco más de dos meses. Reviso las encuestas de otras elecciones presidenciales y no encuentro antecedente de una remontada como la que necesitaría Xóchitl Gálvez. En mayo del 2000, la distancia entre Fox y Labastida era alrededor de 6 puntos. GEA y El Universal ponían al panista en primer lugar; Reforma y Milenio, al priista. Ganó Fox por poco más de 6 puntos. En mayo del 2006, luego de ir detrás suyo por diferencia de un dígito, Calderón logró rebasar a López Obrador: Demotecnia, Reforma, Mitofsky, Ulises Beltrán, Parametría, El Universal y Telemundo, todos lo registraban con entre 1 y 7 puntos de ventaja. Ganó Calderón por menos de un punto. En mayo del 2012, todas las encuestas ponían a Peña Nieto por encima de López Obrador con márgenes que iban de 4 (Reforma) hasta 33 puntos (El Universal/Buendía y Laredo). Ganó Peña Nieto por casi 7 puntos. Finalmente, en mayo del 2018, López Obrador encabezaba las preferencias en todas las encuestas por diferencia de dos dígitos. Y ganó por más de 30 puntos.
Si las tendencias siguen como hasta ahora, y algo muy disruptivo tendría que suceder para alterarlas, el desenlace es perfectamente predecible. Concuerdo con la tesis de que el arroz no está cocido, pero me parece necesario reconocer que tampoco está crudo: se está cociendo.
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