Una división que se irá profundizando a lo largo de los feroces ataques, difamaciones, campañas negras y desinformación en redes sociales, que como nunca se habrá visto en la historia del país.
Nadie se debe asustar de la imperante violencia digital que se presentará en las próximas semanas.
Solo un ingenuo e incauto podría dudar que seremos testigos de la más grotesca guerra electoral, donde además se presentará la tendencia de la Inteligencia Artificial para hacernos dudar sobre audios, videos y otras funciones únicas de esta nueva herramienta en las campañas electorales.
Los ciudadanos debemos ser muy astutos. Porque entre más quieran enojarnos, entre más nos quieran dividir, lograrán el cometido de la estrategia electoral, una de las más viejas en la historia, de donde proviene la afamada frase maquiavélica “Divide et impera” o “Divide y vencerás”. La que por años han utilizado gobiernos para indisponernos unos contra otros. Campañas que calientan las luchas de clases; políticos contra “sociedad civil”; ateos contra creyentes. Utilizan colectivos de minorías llenos de sed por venganza; enfermos contra sanos; entre decenas de etcéteras, donde se hace presente lo que dijera el activista Mahatma Gandhi: “Ojo por ojo y el mundo quedará tuerto”.
Divisores: matar o morir
La maquinación que viene no respeta ideologías o currículums -nos lo ha demostrado el “camaleonismo” partidista-. Tiene como fin ganar a como dé lugar las próximas elecciones, no importa qué tan bajo puedan caer y embarrarse.
Los tintes que veremos pueden calificarse con distintos adjetivos, excepto de inocencia, estrategia fortuita o casual. Ningún partido político tiene la exclusiva, todos se apuntan a practicarla. Se ejecuta a pecho descubierto, sin sutileza alguna. Ha sido muy premeditada y se vocea por todos los medios de comunicación y sus propias redes sociales. Su objetivo es que los ciudadanos levantemos el dedo acusador los unos contra los otros, llegando incluso a convertirnos en jauría humana a la caza de quien los politicastros indiquen.
Es la empecinada idea de la revuelta, buscarán desviar nuestra atención de los verdaderos problemas ancestrales que nunca han podido menguar. Tratarán de esa manera de desviar nuestra atención de la nube de miseria y podredumbre que les envuelve. Todo con tal de evitar que los gobernados los señalemos o reclamemos lo resultados de sus puestos inmediatos que buscan dejar atrás o en los que quieren reelegirse.
Finalmente son políticos, viven de su hambre de poder. Los alimenta el ego y la capacidad de “estar por encima” en un país donde todavía aplaudimos a quienes logran engañar a la mayoría y ejercer su autoridad -siempre y cuando sea por quienes votamos-.
Durante meses veremos un río revuelto, lleno de acusaciones y cientos de ofensas. Todo para crear un tótum revolútum donde se oculte a quienes afean su negligencia, su incapacidad de llevarnos a puerto alguno.
Que no se vea cómo, mientras nos enseñan una mano vacía o mientras señalan a los presuntos culpables de sus desmanes, nos roban con la otra, nos esquilman todo lo necesario para mantener su lujo presente y futuro; para pagar su bienestar pasado. Sin ningún pudor echan a la tropa a luchar entre sí, como carne de cañón. Que un día lucha por el azul y al otro por el rojo, o el marrón, o quizá el naranja. Lo importante es buscar un buen pedazo del pastel, donde hay lujos, pensiones, viáticos, negocios al amparo del poder y otras suculentas transas que han aprendido a añorar.
Enfócate
¿Con qué cara nos piden ejercer el derecho más básico dentro de nuestra democracia al pedirnos votar por ellos?
La gran mayoría de la casta política mexicana asegura no tener automóviles lujosos, grandes casas o cuentas gigantes en los bancos. No lo necesitan. Les prestamos coches y oficinas oficiales. Les garantizamos sueldos excelentes durante años para luego darles uno mejor, cuando deciden “brincar” como chapulines, a un puesto de mayor responsabilidad o envergadura.
Hoy suplican nuestro voto, mañana en sus grandes oficinas y extensas agendas olvidarán quiénes somos. Hoy se preocupan por nuestros problemas, mañana podrían culparnos de ellos.