Si bien es cierto que la polarización ya se manifiesta desde mucho tiempo atrás, el proceso rumbo a la sucesión presidencial vendrá a enfatizar ciertos tonos narrativos para mantener, bajo estrés, la conciencia de las y los electores. Así, la propaganda vendrá a pregonar de todo, pero en términos generales se concentrará en la continuidad de las actuales acciones de gobierno y/o el llamado al cambio… Narrativas que acentuarán los extremos.
En 2024 habrá una macro narrativa que estará presente, de algún modo, en todos los mensajes: la batalla entre quienes pregonarán honestidad vs. quienes sostendrán que todo es mentira y corrupción. Andrés Manuel López Obrador es quien se ha encargado de sembrar esta macro narrativa, y no hay duda que el partido en el gobierno y sus adversarios se subirán a ese tren. En el fondo, la intención es plantear un referéndum sobre la continuidad, o no, de la autollamada cuarta transformación, de tal forma que el mensaje entrelíneas que el presidente pretende enviar es: ‘estás conmigo o contra mí’.
“Claudia Sheinbaum no parece estar en el centro de la escena. Ella está cobijada bajo el manto de Andrés Manuel López Obrador. Totalmente. Eso es una estrategia muy cómoda porque básicamente la candidata de Morena no está sometida a ningún escrutinio porque tiene básicamente como escudo al presidente”, afirma la encuestadora y politóloga Lorena Becerra.
Por lo pronto, la narrativa que ya se escucha por parte de la precandidata de Morena, PT y Partido Verde a la Presidencia se concentra en destacar los avances que, según ella, registró la Ciudad de México durante su gestión como Jefa de Gobierno. Para ello, presume de ‘honestidad que da resultados’.
El bando opositor, por su parte, no cejará en impulsar el llamado al cambio pero, ciertamente, carecerá de una garantía de adhesión dado que representa a los partidos tradicionales, cuyo rechazo provocó la llegada de la actual administración. En otras palabras, su intento por sembrar una narrativa disruptiva no resultará del todo convincente en algunos círculos.
Habrá narrativas secundarias. La oposición le sacará mucho jugo, con toda razón, a los altos niveles de inseguridad que se registran en el país y eso dará paso a varios dardos de los que no podrá escapar el partido en el gobierno. El derecho a la salud será el otro. Por su parte, el presidente y sus aliados presumirán las grandes obras de infraestructura que se han construido durante este sexenio.
Las narrativas económicas incidirán, pero finalmente no serán tan pegajosas. El escandaloso endeudamiento público, que hipotecará a la futura administración, no es un tema relevante en el imaginario colectivo. Tampoco hay tal capacidad de indignación ante el precio de la gasolina. En contraste, sí habrá mucha palabrería en torno del incremento al salario mínimo, al tipo de cambio, y muchísimo despliegue hacia el asistencialismo a través de los apoyos sociales.