Donde más ha pegado este flagelo es en el tormentoso silencio que pesa sobre la juventud mexicana, pues se teje una preocupante realidad que demanda nuestra atención: los alarmantes -e históricos- índices de suicidio juvenil durante estos últimos años.
Aunque la mayoría de los diagnósticos oficiales de depresión y ansiedad se dan en adultos, la mayoría de los suicidios ocurre en grupos más jóvenes. En 2022, el suicidio fue la cuarta causa más común de muerte en niños y adolescentes de 10 a 14 años y la tercera en jóvenes de 15 a 24 años.
El entorno decadente
En nuestro país, cada dos horas se registra un suicidio en la población entre 15 y 29 años de edad, alertó Zoe Robledo, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Se estima que para septiembre del 2023 ya se habría superado el récord anual de 8,123 suicidios que se registró en 2022.
Un dato interesante es que, según el Inegi, las mujeres mexicanas declaran en un 16.78% vivir en un estado permanente de depresión, mientras que solo el 9.1% de los hombres dice convivir con dicho trastorno. Sin embargo, las tasas de defunciones por suicidio son de 10.5 casos por cada 100,000 varones en 2002; y de 2.3, entre las mujeres.
Esto nos muestra que los niveles de depresión, de angustia y de ansiedad entre los hombres se encuentran subestimados. Quizá derivado a la construcción de identidades, donde el varón debe mostrar una careta ante la sociedad.
Entre las sombras de esta problemática emerge la necesidad urgente de explorar sus raíces y buscar soluciones para la generación que enfrenta este desafío.
La alarmante cantidad de suicidios en México durante 2023 podría deberse a diversas razones, como factores socioeconómicos, violencia, problemas de salud mental, presiones académicas, desafíos familiares o la falta de recursos y acceso a servicios de salud mental. A todo esto debemos sumar las cifras de aumento -también históricas- de todo tipo de estupefacientes, que ha derivado de una colosal cantidad de adicciones, entre los más jóvenes.
Identificar estas causas específicas en comunidad es crucial para implementar estrategias efectivas de prevención y apoyo.
Esta situación resalta la urgencia de abordar en todo ámbito la salud mental y promover entornos que fomenten el bienestar emocional entre la población juvenil. Ninguna estrategia pública, de cualquier gobierno local o el federal, ha logrado avanzar para atacar efectivamente este tormentoso problema.
Un problema de todos
También es muy notoria la falta de redes familiares de apoyo. La gran mayoría de familiares cercanos de suicidas asegura nunca haber reconocido ansiedad, pánico o depresión en ellos.
Desde hace 11 años el Inegi decidió quitar de sus estadísticas anuales la cantidad de intentos de suicidio. Ahora es imperante, pues esos datos ayudarían a profundizar aún más a fin de disponer de mayor evidencia para pensar en los alcances y gravedad del fenómeno, y en esa medida, en nuevas políticas y programas.