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#ZonaLibre | Depresión y suicido: pandemia voraz

El cerebro hastiado de la negatividad que ha representado la crisis por el COVID-19 y sus secuelas tiene repercusiones con un enemigo común: la ansiedad.
mié 06 julio 2022 06:01 AM
aumentan casos de depresión en México tras pandemia de COVID
La depresión es una enfermedad donde el cerebro del que sufre vive ahogado en un mar de angustia y soledad, que se va alimentando día a día. Requiere ayuda profesional.

Es muy probable que diariamente mires a decenas de personas que, durante los últimos dos años, han vivido trastornos que jamás habían imaginado sufrir. México no es el mismo desde el principio de la pandemia; los mexicanos hemos tenido que afrontar una nueva realidad llena de etapas dolorosas e incluso fatídicas.

El cerebro hastiado de la negatividad que ha representado la crisis por el COVID-19 y sus secuelas tiene repercusiones con un enemigo común: la ansiedad.

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Personalmente -antes de esta etapa tan complicada- no había conocido los efectos de la ansiedad en mi vida. Hoy es uno de los trastornos con el que debo trabajar diariamente. Y es que, en el 2019, solo el 15% de la población señalaba sufrir este flagelo. Hoy, más del 60% de los mexicanos batalla con ansiedad. Así lo señala un estudio realizado por la aseguradora “Hello Life” realizado a finales del 2021.

Los estragos que ha dejado la creciente enfermedad en la sociedad, en cuanto a la salud emocional, se reflejan en trastornos del humor, ataques de pánico, ansiedad, psicosis reactiva breve y agotamiento mental.

Uno de los “nuevos” males que nos trajo la pandemia lo denominan “Síndrome de la cabaña”. Es cuando experimentamos miedo por salir a la calle. Miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de nuestra casa, temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, usar medios de transporte público, relacionarnos con otras personas conocidas, etc.

No es un trastorno psicológico, sino una secuela del tiempo que hemos estado confinados, recibiendo continuamente noticias negativas. Sucesos que están fuera de nuestro “lugar seguro” o de “confort”. Por ello, millones de personas prefieren persistir dentro de sus hogares, los cuales han convertido en oficinas; y gimnasios; y restaurantes, o cualquier lugar que antes frecuentaban.

Ahora bien, hay un escalón más alto que millones en la sociedad mexicana ha subido: la creciente enfermedad de la depresión.

Según la Asociación Psiquiátrica Mexicana, en la actualidad casi 12 millones de mexicanos viven en constante depresión. Las mujeres son las que tienen el doble de probabilidades de experimentar esta enfermedad a lo largo de su vida.

En los jóvenes, los efectos de la depresión han sido impresionantes. De acuerdo con la Secretaría de Salud, durante 2020 y 2021, tres de cada cinco jóvenes mostraron síntomas de depresión, lo que significa un aumento del 194%, en relación con el 2019. Esto podría representar una nueva “pandemia post-pandemia” para una nueva generación que ha tenido que conocer desde muy temprano los estragos de una realidad tormentosa.

Desafortunadamente en México ir al psicólogo o solicitar ayuda psiquiátrica, así como admitir un problema de depresión, sigue estando estigmatizado. Aún así, las búsquedas en Google con palabras como “ansiedad” o “depresión” se dispararon en un 455.6% entre jóvenes menores de 25 años.

Hastío, preámbulo del gran final de todo

La depresión no es un problema superficial; no se cura con una “buena actitud” frente a los problemas de la vida. Tampoco es tristeza. No se puede solucionar a través de consejos, ni consuelo. Es una enfermedad donde el cerebro del que sufre vive ahogado en un mar de angustia y soledad, que se va alimentando día a día. Requiere ayuda profesional.

La depresión, relacionada con el riesgo suicida, es otro problema en los servicios de atención psiquiátrica. En el 2000 se vaticinó que para el 2020, -año en que inició la pandemia de COVID-19-, “iba a ser la segunda causa de discapacidad”. No sólo se cumplió esa alarmante predicción, sino que ya se superó y hoy se ha posicionado en el primer lugar nacional.

En la gran mayoría de las causas que provocaron un suicidio en 2021 se presentaron trastornos psicóticos, ataque de pánico, ruptura de la pareja, la muerte de un ser querido, una enfermedad crónica terminal, la pérdida de estatus económico o del empleo durante la pandemia de COVID-19.

En el tiempo que has estado leyendo este artículo se han suicidado, al menos, cuatro personas en el mundo. Cada 30 segundos se quita la vida un ser humano. Ese grito silencioso no es irracional o inmediato, tiene un trasfondo, donde la persona valoró las opciones frente a su desesperación, por lo que las llamadas de auxilio o los signos de ideación suicida o bien de intento suicida deben ser atendidos pronto y no desestimarlos.

La salud mental tiene escalones que no han sido atendidos correctamente por los gobiernos y los congresos, quizá porque todos estuvimos cegados y con una basta ignorancia del tema; viviendo en una burbuja donde estos flagelos no eran el común denominador.

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La realidad actual es muy distinta. No hay lugar para la indiferencia, mucho menos de la ignorancia sobre el tema por parte de los representantes públicos –que muy probablemente ya conocen a flor de piel los estragos referidos-.

Esta voraz pandemia de trastornos mentales requiere del esfuerzo de todos como sociedad. Primero, para descubrir personalmente qué daños podríamos arrastrar y cómo los estamos manejando, para luego estar atentos a factores de riesgo y a condiciones que expongan más a algunos por encima de otros.

Vigilar y monitorear en nuestro entorno las palabras, los gestos, las conductas y los pensamientos de las personas que sabemos están en mayor riesgo.

Una vida humana no puede, nunca, ser despreciada. Cada una debe ser protegida y sostenida a través de nuestra ayuda y acompañamiento. Para eso existe y se cumple la idea de sociedad.

Si necesitas ayuda psicológica y requieres hablar con alguien en este momento, levanta tu teléfono y no dudes de marcar a línea telefónica “Línea de la Vida”: 800 911 2000. La ayuda es gratuita, anónima e inmediata.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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