¡Vaya embuste! Muchas pacientes mujeres que acudieron a su elegante consultorio para atender sus dolencias físicas acabaron padeciendo un calvario que lastima mucho más allá que los huesos y las articulaciones: el del abuso sexual, que daña inexorablemente la integridad, la seguridad, la autoestima y la dignidad de un género femenino que ha decidido enfrentar el grave problema de violencia en su contra y gritar ¡no más!
Durante años, este pseudo doctor Hernández Robledo tuvo un claro y perverso modus operandi. Escogía a sus víctimas, mujeres en buena forma física -lo que obviamente tenía que ver con sus aviesas y criminales intenciones- para que una vez hecha una primera revisión general, seguir un vulgar procedimiento que iba desde pedirles que se retiraran la ropa, aunque el lugar de la lesión no lo hiciera necesario, darles una minúscula bata para proceder con la auscultación y -¡desgraciado!- suministrarles una droga adormecedora con el pretexto de una infiltración muscular propia de un supuesto protocolo médico o de un relajante que no lo era.
¡Tal y como lo está leyendo! Según decenas de testimonios que narraron casi exactamente lo mismo, a pesar de manifestarles incomodidad por tocamientos inapropiados o exploraciones innecesarias, sin la presencia de una enfermera, una vez con el supuesto medicamento suministrado y los efectos de adormecimiento y desorientación en las pacientes, éstas quedaban materialmente a merced del criminal abusador.
Eso, les repito y por favor ahora sí enójense todo lo que puedan, sucedió por espacio de varios años, en los que las víctimas muchas veces callaron por miedo, impotencia, vergüenza o todo lo que ustedes quieran.
Al paso del tiempo, por lo menos 10 años, los comentarios de boca a boca y las denuncias que valientes mujeres afectadas empezaron a presentar, el doctorcito miserable fue señalado y separado de su posición de privilegio en el Hospital Ángeles. Y no me lo van a creer, pero en su nuevo consultorio en Pabellón Bosques siguió haciendo exactamente lo mismo. ¡Pues claro! Desgraciadamente este tipo de delitos sexuales son siempre recurrentes hasta que no llegue la justicia.
Ésta, el peso de la ley pues, está a punto de llegar gracias al valor y a la resiliencia de Marilú, Jacqueline, Mariana, Laura, Claudia y Lourdes, quienes alzaron su voz entre la frustración, el miedo y la inseguridad, pero también la rabia que deja la impunidad entre los afectados por un abuso. Porque se han presentado las denuncias correspondientes y hoy Luis Antonio Hernández Robledo enfrenta ya un primer veredicto de CULPABLE POR ABUSO SEXUAL, dictado el pasado fin de semana por el juez Juan José Colón Martínez, quien en cosa de horas emitirá la sentencia correspondiente.
“Me libera del odio y la impotencia que la justicia se haya encargado”, reconoció Lourdes tras conocer la sentencia. Se trata de un cúmulo de emociones, así como la esperanza de justicia y de paz para ellas que han tenido que enfrentarse a un sistema de revictimización.
Hay que decirlo, aunque es la primera victoria contra Hernández Robledo, se necesita más, una garantía de que perderá su licencia como “médico” y no podrá volver a ejercer ni abusar nunca más de ninguna otra mujer, porque el abuso sexual no es ningún delito menor y es un daño permanente el que deja.